Por Andrea C. Cárdenas Domínguez
“Yo me di cuenta por una amiga. ella me dijo <<oye ya encontraron
a tu prima… pero tirada>> y me enseñó una nota del face.
Cuando llegamos a la casa había muchos policías, les preguntamos
por mi prima y nos decían que no nos podían decir, que eran cosas
de adultos, entonces le pregunté a mi mamá y mientras lloraba, me
decía <<mija, son cosas de grandes, vete a cuidar a tus primos>>
[…] y pues no nos decía. A nosotros no nos decían nada quesque
porque nos iba a afectar… y pues lo que nos afecta es no saber”
Testimonio de L. 12 años, prima de C. de 7 años desaparecida en la
Ciudad de Chihuahua y encontrada sin vida en octubre del 2018 con
signos de tortura sexual. Según investigaciones del Centro de Justicia para
las mujeres (CEJUM) y la fiscalía general del Estado (FGE) los
perpetradores pertenecen a una red de trata y pornografía infantil.
Desde hace once años, acompaño a familias de personas desaparecidas en el norte,
centro y sur del país, y he encontrado que son poco comunes los espacios
gubernamentales y no gubernamentales destinados para las niñeces, enfocados en el
reconocimiento, atención, seguimiento y denuncia de sus propios impactos psicosociales,
sus propias formas de resistencia y afrontamiento que crean frente a la desaparición de su
familiar, pero sobre todo, un espacio que reconozca su lugar en el ámbito familiar y
comunitario.
Las personas adultas, ¿desde dónde miramos a las niñas, niños y niñes? Esta pregunta es
el corazón de esta reflexión, y en este camino acompañando a las niñeces a transitar el
dolor y las injusticias que sobreviven frente a la militarización del Calderonismo
actualmente legitimada por la guardia Nacional bajo el mando de López Obrador.
Todo acto de desaparición causa gran daño e impactos a la persona desaparecida, y de
formas diferentes, a su familia y comunidad. En México, la Ley General de Víctimas hace
una diferencia entre las víctimas y define como indirectas a aquellas que por sus lazos
sociales o familiares son afectadas por la violación a los derechos humanos. En este caso,
las niñeces familiares de una persona desaparecida también deben ser consideradas como
víctimas directas pues sufren sus propios impactos por la desaparición forzada de su
familiar. Sin embargo, esta terminología no reconoce explícitamente a las niñeces1
familiares con personas desaparecidas como víctimas directas con sus propias violaciones
de derechos humanos, como su no acceso a la verdad, a la justicia o a la protección.
Este marco legal evidencia las narrativas paternalistas que sostienen la estructura
adultopolítica2 que se construyen alrededor de las niñeces; dichas narrativas también
habitan el ámbito social que construye una cosmovisión de las niñeces como seres
incompletos, con potencialidad de persona, incapaces de sentir, percibir y comprender los
impactos de esta vivencia dolorosa.
Adultopolítica: una propuesta frente a la invisibilización estructural
Los procesos de acompañamiento psicosocial y forenses me han permitido acuñar el
concepto de adultopolítica para reconocer la adultez como mecanismo de poder frente a
los dolores, injusticias y complicaciones impuestas que enfrentan las niñeces víctimas de
violencias políticas. Este concepto ayuda a identificar de qué formas actúa y se articula la
adultopolítica como dispositivo epistemológico, económico, social y político que despoja a
las niñeces de su agencia política en situaciones de violaciones a derechos humanos. Así como la geopolítica nos sirve para relacionar la violencia política con el lugar geográfico,
propongo incorporar a nuestro lenguaje el concepto de adultopolítica nos da la
oportunidad de ser acompañantes críticas, éticas y sensibles a los dolores, necesidades y
expectativas de las niñas, niños y niñes.
También es importante señalar que el concepto de adultopolítica es una contrapropuesta
al concepto de adultocentrismo que ha tenido muchos frutos, y en un inicio nos permitió
nombrar la existencia de un tipo de hegemonía, una relación social asimétrica entre las
personas adultas, que ostentan el poder y son el modelo de referencia para la visión del
mundo. Es importante reconocer la importancia del concepto adultocentrismo como un
parteaguas para los cimientos del trabajo histórico con la niñez. Sin embargo, es necesario
señalar que este concepto no cuenta con una dimensión política, por lo que sigue
reproduciendo prácticas y narrativas que interpretan, que eclipsan a través de una mirada
adulta los testimonios, sentires, dolores y experiencias de las niñeces, y difícilmente se
establece un canal de diálogo digno con las niñas, niños y niñes.
Espacios comunitarios de escucha psicosocial como resistencia
“A las niñas y los niños también nos duele… saber de mi
hermano y hacer cosas para ayudar a mi familia a
encontrarlo, también son cosas de niños”
B. 11 años, hermana de hombre desaparecido en San
Luis Potosí
Los espacios de acompañamiento psicosocial donde se reconoce la adultopolítica como
otro mecanismo que perpetúa la impunidad y el dolor permiten:
● Desprivatizar el dolor
● Despatologizar los impactos fisiológicos
● Reconocer las formas de resistencia
● Fortalecer los vínculos familiares y la articulación comunitaria
● Identificar los impactos de la violencia sociopolítica como la criminalización o la
estigmatización, a través de procesos reflexivos de la historicidad de contextos
desde un marco estructural, político y económico.
Los procesos de escucha psicosocial que le hacen frente a la adultopolítica reconocen que
las niñeces son muchas y muy diversas, por lo que es importante reconocer que sus
formas de afrontamiento y reacciones son distintas frente a la desaparición de su(s)
familiar(es), así como diversos son los contextos a los que pertenecen, permitiéndonos
tomar distancia, y mantener una visión crítica de prácticas y narrativas que homologan los
impactos psicosociales.
En los espacios comunitarios donde se identifica la adultopolítica como un dispositivo de
violencia política, se pretende reconocimiento y acercamiento a sus experiencias para
poder comprenderles y, al mismo tiempo, cuestionar(nos): ¿Cómo perciben las niñas y
niños a las personas adultas y su contexto? ¿Cómo viven la desaparición de su familiar?
¿Cómo viven la ausencia de sus familiares que salen en la búsqueda de su familiar
desaparecido? ¿Qué creen que es importante que las personas adultas aprendamos de
ellas?
Escuchar a las niñeces y reconocer sus experiencias, entender desde dónde le dan sentido
a lo que les atraviesa su corazón, su cuerpo, su familia y su comunidad, será un gran paso
frente a los derechos de las niñeces familiares, encaminándonos a trazar caminos
reparadores que respondan a sus necesidades.
Redes de cuidado y articulación comunitaria
“Siempre que mi mamá va a marchas le quiero preguntar
cosas. ¿Sus mamás también van a marchas? A mí me gustan
porque es donde veo la foto de mi papá… porque en la casa
las quitaron todas”
J. 8 años Hijo de hombre desaparecido en Chiapas
La construcción de los espacios de escucha psicosocial con niñeces que le hacen frente a la
adultopolítica implica también gestar espacios psicosociales de escucha con las personas
que les cuidan, donde se permita reflexionar: ¿Cómo perciben a las niñeces y su contexto
frente a la desaparición de su familiar? ¿Cómo se recuerdan en su niñez? ¿Cuáles son sus
preocupaciones? ¿Cuáles son sus miedos? ¿Qué han hecho para acompañar a las niñeces?
¿Qué les ha funcionado? ¿Qué no les ha funcionado?
La generación de estos espacios comunitarios que se posicionan frente a la adultopolítica
fortalece narrativas que reconocen a las niñas, niños y niñes como personas garantes de
derechos, que reciben de forma diferenciada los impactos, que provienen de diversos
contextos y que desarrollan distintas formas de resistencia frente a la desaparición de su
ser querido.
Escuchar a las niñeces permite gestar espacios de acompañamiento con las personas
cuidadoras, para identificar sus impactos, necesidades, y preocupaciones desde ese rol. A
partir de estos espacios de escucha, se pretende generar la oportunidad de imaginar otras
formas de organización comunitaria y cuidado hacia las niñeces en contextos de
desaparición, priorizando la colectivización de los cuidados como forma de restructuración
del tejido social. Dicho espacio también serviría para acompañar y fortalecer a las personas cuidadoras. Los espacios colectivos en contextos de riesgo por la violencia
estructural y la desigualdad social permiten a las familias hablar con más facilidad, les
hacen sentir acompañadas, entendidas entre ellas, que no están solas, y abre la
posibilidad de rituales emocionales.
Estos espacios son enriquecedores para las familias porque les permiten reconocer la
diversidad de formas de afrontamiento frente a la desaparición. Esto da lugar a la empatía
y la articulación política para la denuncia, la búsqueda, y los diversos procesos de
procuración de justicia.
Andrea C. Cárdenas Domínguez es maestrante en psicología social por la Universidad Autónoma Metropolitana y perito en violencias políticas. Se especializa en procesos psicosociales y forenses en contextos de guerra, narcotráfico e impunidad. Ha realizado publicaciones sobre las formas de resistencia y afrontamiento de las niñeces y sus redes de cuidado frente a la desaparición.
1Concepto de niñeces como alternativa al concepto de <infancias> pues este es una construcción colonial, en cambio, el concepto niñeces es más apto para reflejar los contextos latinoamericanos, su plural, refiere a la diversidad de experiencias de niñas, niños y niñes.
2Mecanismo de poder frente a los dolores, injusticias y complicaciones impuestas que enfrentan las niñeces víctimas de violencias políticas. Dispositivo epistemológico, económico, social y político que despoja a las niñeces de su agencia política en situaciones de violaciones a derechos humanos.
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