Chihuahua

jueves 25 abril, 2024

El 8 de marzo como 14 de febrero ¿Qué hacer ante el feminismo blanco?

Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”

Rosa Luxemburgo, Activista Marxista 

Por Andrea Cárdenas

Ilustración: Gordita Amarillista

El 8 de marzo de 1908, marcó la historia del trabajo, la lucha sindical, y el reconocimiento de las mujeres en el ámbito laboral: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.

El motivo se debía a la búsqueda de una reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica.

Ese mismo año, el 3 de mayo, se realizó un acto por el día de la mujer en Chicago, preámbulo para que el 28 de febrero de 1909, en Nueva York, se conmemore por primera vez el “Día Nacional de la Mujer”.

En la actualidad, a través de manifestaciones políticas y actos simbólicos, como la marcha el 8 de marzo que se compone de performance artísticos, ocupar espacios públicos, gritar consignas, posicionamientos políticos, denunciar violencias e injusticas, se visibilizan las diferentes opresiones que atraviesan la (s) cuerpa (s) y acuerpar (nos) desde el dolor.

Dentro de estos espacios los rituales son importantes porque nos permiten colectivizar el dolor, reconocer el contexto al que nos enfrentamos y organizarnos políticamente para resistir, exigir y tratar en construir una realidad menos injusta.

Estas prácticas cuando se realizan sin ser sensibles y conscientes de las necesidades comunitarias, sin un trabajo interno donde reconozcamos los privilegios así como las condiciones psicosociales, físicas y políticas que vivimos, se despolitizan.

Incluso invisibilizan, segregan y violentan a grupos sociales más vulnerados por la estructura capitalista y patriarcal como: lxs obrerxs, lxs trabajadorxs sexuales, las mujeres que maternan, las niñeces, lxs indígenas, las mujeres sobrevivientes a violencias políticas, lxs familiares de víctimas de desaparición y feminicidio, las personas transexuales y no binarias.

Estas manifestaciones políticas, se convierten en rituales. Las marchas, nuestras risas y nuestros llantos, las fotos, los pases de lista de mujeres asesinadas, las pintas en el palacio de gobierno, la politización de la desnudez de nuestra cuerpa es importante porque nos permite protestar, colectivizar y politizar el dolor, visibilizar y señalar las injusticias.

Pero ¿qué pasa después? ¿cómo nos organizamos desde esas narrativas que no a todas nos representan? ¿cómo nos movemos del dolor a la politización de nuestro actuar?  ¿cómo podemos organizarnos reconociéndonos diversas? ¿cómo evaluamos las condiciones del contexto que son diferentes al de nuestras predecesoras? ¿de qué formas politizamos o despolitizamos prácticas y narrativas de resistencia?

“Ni las putas, ni las negras, ni las indígenas, ni las pobres, ni las trans, necesitamos ser salvadas”

Rox, Mujer negra transexual, Trabajadora Sexual

La institucionalización del feminismo, a raíz del movimiento sufragista conformado por mujeres blancas americanas tiene bases coloniales y racistas, así como muchos de los movimientos sociales que apelan a la resistencia del poder. ¿Antes del movimiento sufragista en EE.UU. no había organizaciones de mujeres que luchaban por su reconocimiento y agencia política?

Personalmente era fiel admiradora de lecturas como “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, o “Una habitación propia” de Virginia Wolf, pero rara vez me sentí identificada, no porque ellas estuvieran mal.

Estas mujeres europeas son brillantes y sus reflexiones son esclarecedoras e importantes pero no alcanzan a visibilizar las realidades de las mujeres mexicanas, al menos no de la mayoría … porque escriben desde sus experiencias de habitar una cuerpa blanca y europea.

Probablemente habrá mujeres mexicanas que se identifiquen con ellas, ya que sus condiciones psicosociales y políticas se los permitan, pero entonces ¿qué hacemos las demás mujeres que no podemos tener una habitación propia para escribir, estudiar, planear estrategias políticas? ¿qué pasa con las mujeres que no pueden salir a marchar por miedo o porque su trabajo se lo impide? ¿qué pasa con aquellas no lo ven reparador? ¿qué pasa con las que ni siquiera leen teoría feminista? ¿qué pasa con las que no se sienten representadas por acciones hegemónicas feministas como el pussy hat? no todas las mujeres tenemos vagina, y no todas las mujeres que tenemos vagina la tenemos color rosita. Esta narrativa de feminismos hegemónicos perpetua discursos Transfóbicos y racistas. También los discursos que se construyen alrededor del aborto cuando criminalizan las infancias y la pobreza “El aborto esta para cuando no le puedas dar una vida digna a un niñx”

Urge replantearnos las formas que intentan homologar los discursos ¿Por qué nos aferramos a “ser hijas de la misma lucha” si en estos espacios de resistencia reconocemos y valoramos la diversidad? Es importante cuestionarnos los activismos mesiánicos y paternalistas “darles voz a las que no tienen voz” “ser voz de las que ya no están”.

Dejemos de seguir perpetuando narrativas racistas “feminismo o barbarie”, “el machismo es el padre de todas las opresiones”. Es importante nombrar el racismo y adultocentrismo de las sufragistas, la invisibilización hacia las mujeres negras, la negación de narrativas de niñeces obreras, y hombres pobres racializados ocasionados por mujeres blancas y/o poderosas.

Al patriarcado le personificamos todos, todas y todes. Es muy limitante creer que al patriarcado le personifica un pene. El patriarcado es una estructura que se cimentó en las relaciones de poder que mantienen lxs poderosxs contra lxs otrxs, sin embargo es importante reconocer a todas las personas nos impacta y nos vulnera de manera diferenciada 

A las feministas blancas les dices que pueden ejercer violencia, y les explota la cabeza”

Kerly, mujer negra antirracista, estudiante 

Nos urge tener memoria histórica, ser críticas de la historia que nos precede y la que estamos escribiendo.

Actualmente el feminismo hegemónico no reconoce que existimos mujeres diversas, excluye y promueve discursos de odio hacia las mujeres trans, tiene visiones clasistas, mesiánicas y paternalistas hacia las trabajadoras sexuales, estigmatiza a las mujeres que nos vinculamos erótica afectivamente con hombres, así como a las mujeres que se dedican a los cuidados y la crianza, “el feminismo no materna otras luchas” “no maternes vatos que no pariste”, como si maternar fuera el problema y no las condiciones sociales y políticas que rechazan todas las practicas históricamente asociadas a lo femenino como los cuidados y la crianza. Le niega el espacio a hombres transexuales cuando ellos antes de su proceso de transición formaban parte de esos espacios, depositando en la comunidad transexual la responsabilidad de deconstruir los roles de género, como si solo ese factor determinara la identidad de las personas, discursos binarios y transfóbicos

“Jamás la militancia política o meramente ideológica por sobre la empatía” -Eduardo Lima, hombre prieto Cisgenero, estudiante  

Alejandra Pretel menciona que el feminismo hegemonico no es el feminismo que militan las mujeres blancas, es mucho más complejo que eso. Se trata de perpetuar la supremacía blanca a través de un movimiento que en su base ideologica debería propiciar equidad para todxs lxs sujetxs que le integren, habilitando la existencia de una parte de esxs cuerpxs no en su totalidad como cuerpos validos.

Cuando hablamos de feminismo blanco o hegemonico como “el feminismo” que reduce la posibilidad de que mujeres y otras identidades, atravesadas por la blanquitud, participen del feminismo y tomen a la interseccionalidad como punto de referencia en su militancia política y se puedan construir alianzas entre distintas luchas, se intenta homogenizar experiencias de lxs sujetxs politicxs, universalizar la experiencia, se trata de ignorar completamente las vivencias de otrxs cuerpxs, categorizar lo humano y lo no humano priorizando unas voces de las otras, el feminismo hegemonico: aliado con el régimen cis-heterosexual, con el del lxs cuerpxs delgadxs y funcionales para el capitalismo.

Es el feminismo que sostiene la dicotomía entre nosotras les otres, que inhabilita las alianzas entre luchas porque ningunea los otros tipos de opresiones. Es el que le hace el juego a la agenda neoliberal, que cree en la meritocracia y en la igualdad de oportunidades, que rechaza cualquier barrera estructural ajena al patriarcado, que escracha a machos pero valida otro tipo de violencias estructurales. Es el feminismo que acusa todas las costumbres fuera de lo occidental como des civilizadas y machistas sin escuchar a quienes viven esas realidades en primera persona.

Ese es el feminismo blanco, el que no puede pensarse la sororidad más allá del ser mujer como si nuestres cuerpes no atravesaran otras identidades. El feminismo blanco no es el feminismo de las mujeres blancas, es el feminismo que sostiene el estatus quo.

Solemos referirnos al feminismo como si fuera una religión, como si los textos de feministas blancas fueran la biblia, y nosotras feligreses que se nos exige martirización… ser pulcras con nuestra cuerpa, nuestros sentires, con la teoría… y dar la vida por el feminismo” 

Dahlia de la Cerda, Activista Mexicana 

Valeria Angola menciona que pasamos mucho tiempo viendo lo que nos separa, y nos cuesta ver los puntos en los que logramos converger. Necesitamos encontrarnos más seguido, y eso no significa que tengamos que ser amigxs y besarnos nuestras bocas… es importante leer sobre organizaciones comunitarias, como en los barrios las mujeres y los hombres general estrategias colectivas, como se organizan los hombres y las mujeres migrantes contra la migra y los maras, como las madres y los padres de personas desaparecidas se han articulado para posicionarse políticamente y buscar a sus hijxs. Reconocernos diversxs, y saber que nuestras luchas no son las mismas y que eso no significa luchar en contra de nosotrxs.

No le debemos congruencia ni de construcción a nadie, nos debemos ser felices y en eso radica la verdadera victoria contra este sistema que nos quiere sumisas y obedientes”

Luna Shopia, mujer transexual, especialista en videojuegos y DSyR

Agradezco entrañablemente a todas las mujeres que participaron en proceso de este artículo, respondiendo a un cuestionario, deseo que esta reflexión sea un punto de partida para la problematización de nuestras pasiones e indagaciones 

A. A. A. A. Ana Laura Andrea, B., B., B., Brenda, Brenda, C. Cynthia, Camila, Cecy, Caro, D. Denisse, E. Estrella Frida, Gaby, G. G. G. Gio, Gisela, Hayde, H., H., Hilda, Itzel, I., I.J. Jaqueline. Jess, Jimena, Karen, Karla, Karla, K. K. Luisa, L.,L., Liz, Lucia, L. , Mariana, Mariana, Mary, Mayo, Marcela, María, María Inés, M., M. , M. , M. Nadia, N., Nahibi, Natalia, Nancy, N., N., N., N., Norma, Nubia, Osiris, O., Paty, Pamela, Paola, P., P., Raquel, R., R., R., Roberta, S., S., S, Sol, Tere, V. V. V. Vanessa,… y muchas otras que se sienten cómodas con el anonimato 

Andrea Cárdenas Domínguez es psicóloga y perita comunitaria en violencias políticas contra Infancias / Becaria de CONACYT / Escritora contra-acádemica


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