Una de las frases o consignas más simbólicas que gritan desde hace años por las calles y otros espacios públicos, cobró mayor fuerza y vida la noche de este viernes 8 de marzo: Nos quitaron todo, hasta el miedo. Las mujeres indígenas lo saben y lo viven desde hace siglos en este país.
Texto por Patricia Mayorga con información de Óscar Rosales
Fotografías: Raúl F. Pérez, Karla Quintana y Óscar Rosales
Chihuahua, Chih.- El gobierno del estado operó los días previos al 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, para inhibir la participación de grupos de mujeres en la emblemática marcha anual, pero no impidió que más de 6 mil mujeres marcharan ni que un grupo de mujeres rarámuri artesanas y cocineras, les esperaran atrás de la plaza del Ángel para sumarse con su vestimenta tradicional en color morada y con poderosos mensajes en globos morados: Soy mujer, soy mukí, No estás sola, Ni una más, Justicia, Igualdad, No te calles.
Y es que una de las frases o consignas más simbólicas que gritan desde hace años por las calles y otros espacios públicos, cobró mayor fuerza y vida la noche de este viernes 8 de marzo: Nos quitaron todo, hasta el miedo. Las mujeres indígenas lo saben y lo viven desde hace siglos en este país.
Chihuahua tiene cinco municipios con alerta de género: Juárez, Chihuahua, Cuauhtémoc, Delicias y Guadalupe y Calvo, éste último localizado en el Triángulo Dorado de la Sierra Tarahumara.
El centro de Chihuahua parecía de otra ciudad. El gobierno de María Eugenia Campos Galván amuralló los edificios públicos para evitar que las mujeres que marcharon, pintaran los nombres de hombres acusados de violación, de feminicidios y otras violencias contra ellas, para gritar con pintura y con la rabia que viven en un Chihuahua, un México, un Estado asesino que fomenta la impunidad.
A partir de las 15:00 horas comenzó la congregación de mujeres de todas las edades, afuera de las instalaciones de la Secretaría de Cultura. Otro grupo conformado principalmente por las colectivas Revolución Atena y Médicas con A, se reunió en la estatua de La Adelita, ubicada en la avenida Tecnológico y División del Norte.
Ahí estaban las madres de mujeres y hombres desaparecidos, las sobrevivientes de feminicidio, las que han gritado sin ser escuchadas, que sus hijos son “chivos expiatorios”, acompañadas por miles más decididas a abrazarse y caminar, caminar juntas con la rabia acumulada, pero también con el cariño, la paz y la fuerza con la que han aprendido a vivir. Vania y Dana, hijas de Pamela Portillo, aprendieron a vivir con la ausencia y la incertidumbre de una mamá desparecida el 25 de julio de 2010: “Que los sueños de las desaparecidas te persigan en tus sueños y el llanto de sus madres no te dejen dormir”, decía una manta que llevaban entre las dos como una bandera.
Como ellas, miles de mujeres cargaban pintura, gorras, sombreros, pañuelos, cartulinas, capuchas, verdes, moradas, rojas, negras, su vida, su historia de terror y dolor, su rabia, su coraje, su arrojo y su amor que se cristalizaba con el grito: FUIMOS TODAS, cada vez que veían o escuchaban cómo el bloque de negro rallaba, pintaba o rompía vidrios de edificios representativos del poder: la Secretaría de Turismo (también amurallada), la subdelegación de la Fiscalía General del Estado, las estaciones del transporte Bowi, los medios de comunicación representados en El Heraldo y El Diario, la Secretaría de Hacienda estatal, la Rectoría de la Universidad Autónoma de Chihuahua, la Presidencia Municipal, entre otros.
Un día antes de la marcha, la gobernadora declaró a medios locales que estaba valorando si utilizaban el uso de la fuerza pública y que se reuniría apenas con los titulares de las dependencias de seguridad a su cargo. Sin embargo, unas horas más tarde ya colocaban las vallas de acero en los edificios púbicos del estado y del municipio.
De acuerdo con un contrato que trascendió (SH/LPE/044/2023) a través de grupos de WhatsApp y a medios de la capital, la compra de las vallas (realizada en octubre del año pasado) habría costado más de 39 millones de pesos, cantidad que el Instituto Chihuahuense de las Mujeres (Ichumjeres) pudo haber atendido a 10 mi 173 mujeres en situación de violencia, según la organización Karewa que se dedica a hacer visible la corrupción en procesos de compra y contratación de los gobiernos estatales y municipales por medio de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas.
También resguardaron con estructura metálica, el reloj de cuenta regresiva para conmemorar el 200 aniversario del estado de Chihuahua, colocado en la “Plaza de la Grandeza”, donde también intervinieron las placas con pasajes villistas.
Previo a la marcha, también les pidieron a las artesanas indígenas rarámuri y otros pueblos indígenas de otros estados, que debían retirarse el 6 de marzo por su seguridad, ya que las mujeres que marchan son muy violentas. La mayoría se retiró, a pesar de que tenían permiso para permanecer ahí hasta el 13 de marzo, aunque la Secretaría de Hacienda dio a conocer que los permisos eran sólo hasta el 6 de marzo.
Las rarámuri no sólo colocaron sus puestos el 8 de marzo a un lado del templo de San Francisco, tanto de comida como de sus artesanías, también se solidarizaron con su vestimenta típica en color morado y colocaron globos morados con mensajes sobre el Día Internacional de la Mujer.
La colectiva Universitarias en Resistencia también denunció que unos días antes de la marcha las contactó la secretaria del Rector de la UACh, así como a otras tres colectivas, para hacer “un recorrido” a la primera universidad feminista en Dallas, Texas, del 7 al 9 de marzo. Les aseguró que no irían como UACh, sino a título de su colectiva. Ellas decidieron no decidieron no acudir porque se atravesaba el 8 de marzo.
El propósito de viajar a aquella universidad sólo era dar un recorrido, sin mayor actividad, ya que podrían platicar con la directora porque es mujer. Después de insistir, se negaron a ir. Desconocen si las otras tres colectivas fueron al recorrido.
“Lo que nos enfurece es que cuándo nos van a invitar a hacer justicia por las alumnas víctimas que siguen conviviendo con sus agresores en las aulas, a abrir carpetas de investigación, ¿qué soluciona un viaje, qué soluciona que la Uach haga un viaje con colectivas en plenas fechas del 8M para no tenernos en el 8M, para que el rector se tome fotos dándose la mano a las feministas para decir que la Uach apoya a las feministas. No tiene que apoyar, tiene qué respaldar las denuncias… para que los casos procedan porque las compañeras agredidas van y les dicen: ‘no podemos hacer nada’. Tienen carpetas y carpetas atoradas de compañeras que no han recibido justicia en la defensoría (de la universidad)”.
“La Uach es una simulación porque no puede ser que cada facultad esté plagado de agresores, tanto profesores como alumnos”.
El pasado viernes, afuera de Rectoría de la Uach, Universitarias en Resistencia se pronunciaron y reclamaron que a la defensoría que crearon en la universidad para recibir sus denuncias, sólo estanca las investigaciones y recordaron los derechos universitarios porque no están seguras en sus aulas.
“¿Con qué cara nos invitan a viajes? (…) no olvidemos el plagio que hicieron a nuestro pliego petitorio, mínimo cúmplanlo”.
Francisco Villa, intervenido en rojo
La figura de Francisco Villa, cuya estatua está dedicada a su grupo de guerrilleros “División del Norte”, fue intervenida por un grupo de mujeres enfundadas en negro de pies a cabeza. Echaron abajo gran parte de las letras doradas que se encontraban atrás de Pancho Villa y su caballo: “Homenaje en 1956 del pueblo de Chihuahua a los hombres que para forjar un México nuevo, lucharon en la ‘División del norte’ . De 1913 a 1915”.
Alrededor de la glorieta no dejaban de gritar consignas y de levantar los carteles que llevaban preparados, mientras pintaban de rojo el agua de la fuente: Quisiera ser monumento para que me protejan; Que sean los vidrios de gobierno, no los cuerpos de las mujeres los que se quiebren; ¿Para qué quieres los monumentos y las paredes limpias en un país de sangre?
No más miedo, no más violencia; ¿Tú qué sabes de miedo, si no te tocó ser mujer?; ¿Por qué se asustan por las que luchan y no por las que mueren?; No te incomoda el feminismo sino darte cuenta que al final eres machista; Si me creen muy niña para protestar, también estoy muy niña para que me secuestren y maten; ni una más, ni una asesinada más; por mi bisabuela por mis tías, por mí y por todas; marcho con mis amigas para no marchar mañana por todas ellas.
El contingente femenino avanzaba y más mujeres se sumaban. La Colectiva Nortejiendo, con chicas vestidas de rojo y la cabeza cubierta capuchas tejidas en estambre rojo, realizaron el performance “destejiendo realidades” y para destejer “a la mujer que me enseñaron a ser”.
Marcharon las Morras por Palestina, para no olvidar que han asesinado a 9 mil mujeres en cinco meses “de masacre” en aquel país: “Queremos visibilizar la situación de nuestras hermanas en Palestina”, sentenció una de las jóvenes representantes del movimiento.
Y recordó una más:
“Es un genocidio, es un feminicidio, es un infanticidio, donde los perpetradores han seguido impunes. Creemos que es importante visibilizarlo con otras mujeres y creemos que el feminismo tiene que ser internacionalista, por eso no podemos quedarnos calladas cuando otras mujeres en otras partes del mundo les han arrebatado sus derechos, les es arrebatada su vida, les es arrebatada su maternidad, su libertad”.
Josselyn Enríquez, joven representante de Mujeres 420 del Movimiento Cannábico de Chihuahua, dijo que para ella, marchar con otras mujeres el 8 de marzo, representa poder, solidaridad y unión.
“Para mí, participar en esta protesta significa levantar la voz en contra de la discriminación de género, que se sepa que el feminismo también es anti prohibicionista, que se sepa que la ley de drogas es utilizada para criminalizar a mujeres pobres, jefas de familia, que son usadas por el narcotráfico y luego revictimizadas por el Estado. Mujeres 420 promueve regular el consumo de la mariguana con perspectiva de género. Luchamos contra las políticas prohibicionistas, contra la violencia machista en los espacios de consumo y en contra de los estigmas que se tiene con la planta.
Mujeres 420 lleva su nombre porque el 20 de abril se conmemora el Día internacional de la mariguana.
Otro grupo de amigas que trabajan en el rubro de alimentos, marchó por primera vez. Llegaron hasta la glorieta a la División del Norte para sumarse a la exigencia de justicia, para gritar que quieren vivir sin miedo y porque han vivido experiencias fuertes de violencia con personas cercanas a ellas.
También marchó un contingente de mujeres cristianas, acompañadas por una de sus pastoras, quienes llegaron hasta la Plaza del Ángel.
Se unen los contingentes
Luego de caminar por la avenida Universidad, desde la calle División del Norte y de intervenir los edificios públicos y privados, el otro contingente más pequeño que marchó por la avenida Tecnológico, se unió en la intersección de las avenidas Niños Héroes y Universidad para gritar más fuerte. El bloque negro se adelantó para pintar las vallas de acero. Se unieron cientos de mujeres más para pegar pesquisas y nombres de abusadores sexuales o deudores alimenticios.
Desde los edificios del palacio de gobierno y del Héroes de Reforma que alberga a la Secretaría de Hacienda, eran vigiladas “discretamente” por un pequeño grupo de hombres atrincherados en las azoteas. Desde adentro del palacio de gobierno trataron de inhibir con gas lacrimógeno el golpeteo de vallas y las pintas, pero las mujeres continuaron.
Una parte del contingente caminó por la calle Libertad hacia la plaza de Armas, donde se congregó el Movimiento Unión y Fuerza de Mujeres Trans de Chihuahua. Mayte Regina, lideresas de esta organización intervino en la explanada de la plaza de Armas:
“Es una mentada de madre lo que acaban de hacer este 8 de marzo. Gracias a todas las morras que se la están partiendo aquí por todas nosotras (…) Maru no es aliada, Maru es una privilegiada, que no se nos olvide lo que ha hecho este gobierno este 8 de marzo, que no se nos olvide que fue liberado un abusador de una niña de 4 años solamente porque no supo la hora ni el día en que fue violada (…) porque queremos caminar libres, por todas esas madres que esperan a sus hijas desaparecidas, que le siguen llorando a sus hijas muertas, víctimas de feminicidio.
“(…) a pesar de esos gases lacrimógenos que están aventando están con esa valentía, bravas, aguerridas. Esas somos las mujeres de México, esas son las morras de Chihuahua (…) aquí estamos por las mujeres que sean libres de decidir sobre sus cuerpos (…) Fuimos todas”.
Fueron todas quienes intervinieron también la estatua del fundador de Chihuahua, Antonio Deza y Ulloa. Golpearon la base hasta deteriorarla y rayaron el Congreso del Estado, como signo de protesta. En su intento por derribar las vallas que rodearon la presidencia municipal, tiraron un poste.
Afuera de Catedral estaba otro grupo: Somos mujeres católicas, así se autonombraron. Ellas colocaron claveles de colores alrededor del recinto religioso, para solidarizarse principalmente con las madres de personas desaparecidas y con las víctimas de feminicidio.
Ellas justificaron que la iglesia ya tiene un tribunal eclesiástico para conocer, investigar y castigar los casos de abusos sexuales cometidos por integrantes del clero religioso.
De manera simultánea, en la explanada de la Plaza del Ángel, las mujeres de la Asamblea Feminista del Estado de Chihuahua abrieron el micrófono para otras colectivas, como Morras por Palestina, mujeres con discapacidad y a quienes decidieron denunciar violaciones de las que han sido víctimas por abuelos, amigos, entre otros.
Frente al palacio, los gases lacrimógenos que lanzaban desde gobierno para inhibir la protesta, se unía con el humo morado (no lacrimógeno) que las feministas lanzaban como símbolo del humo que salía de las chimeneas de la fábrica de camisas donde trabajaba un grupo de obreras migrantes de Europa, que se declaró el huelga por las pésimas condiciones en las que trabajaban, en Triangle Shirtwaist de Nueva York en 1911. Para evitar que abandonaran su trabajo, el dueño cerró las puertas y les prendió fuego. Ese fue el inicio del 8 de marzo. Una de las teorías del humo morado, es que las telas con las que trabajaban eran moradas y por lo tanto, el humo era color violeta, que se convirtió en símbolo de ese día.
Cuando se ocultaba el sol, el viernes pasado, las mujeres continuaban junto a las vallas de acero, rociaron con gasolina algunas para incendiarlas y tratar de derribarlas.
Por la tarde, un hombre de unos 25 años intentó interrumpir la protesta al pasar con su automóvil por las calles Vicente Guerrero y Aldama. De acuerdo con las mujeres que estaban cerca, llevaba gasolina y un cuchillo. Entre otros hombres lo sometieron para entregarlo a las autoridades.
Alrededor de las 8 de la noche, las mujeres desalojaron las calles aledañas a los palacios de gobierno estatal y municipal. Solo quedó un grupo de personas que intentó derribar nuevamente el muro de vallas, sin embargo, fueron dispersadas con gas y luces provenientes de un dron.
Una hora después, luego de que no se observara ningún grupo de manifestantes, comenzó un despliegue de agentes de seguridad estatal frente al edificio de rectoría y a un lado del Palacio de Gobierno. Con escudos en los que se leía “Plataforma Centinela”, los policías formaron un cerco humano junto a la muralla de acero. Por otro lado, las mujeres policías, se apostaron en la plancha de la Plaza del Ángel.
A partir de este sábado, los murales con nombres de agresores y pesquisas de personas desaparecidas, son la imagen del centro de la ciudad.
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