Chihuahua

jueves 2 mayo, 2024

La palabra que se cultiva y viaja en una videocarta ralámuli

En este relato, se cuentan los aprendizajes y reflexiones surgidas al realizar una serie de videocartas en las comunidades de Kwéchi y Ciénega de Norogachi, en la Sierra Tarahumara, y visibiliza lo importantes que son los procesos participativos en el que las infancias toman las cámaras para recorrer el territorio y valorar todo lo que compone a su cultura ralámuri.

Texto de Jaime Palma, comunicador ralámuli*
Fotografías de Daniela Parra y Daniela Bello

Cuando llegaron Daniel, Julio y las Danielas, quienes impartieron el taller, hubo un poco de desconcierto por el hecho de que no se sabía exactamente qué significaba el taller de videocarta. Yo creí que sería un poco aburrido, pero resultó todo lo contrario. Al momento de la presentación de las y los talleristas con docentes y alumnos, se fue aclarando para qué sirven las videocartas, a quiénes van dirigidas, qué contenidos mostrar, qué preguntas hacer y, sobre todo, quiénes realizan los videos, que fue lo más relevante para las y los niños.

En la presentación de las niñas y niños que participaron del taller, se notó cómo se fue formando la confianza mutua y las ansias de iniciar con las grabaciones. El que vinieran personas de tan largas distancias, les incentivó a conocer a niñas y niños de otros lugares. También pudieron mirar las cámaras y conocer su función con un leve curso entendible para usarlas y hacer mejores tomas.

Fue muy motivador el darles a conocer cómo es que en otras partes del mundo viven de manera diferente, hablan diferente, sus costumbres, juegos, formas de trabajar, alimentos, casas, fauna, flora, en fin, todo lo que forma a la comunidad. El ver algunas videocartas de lugares tan alejados y diferentes a una comunidad rarámuri, nos hizo pensar en lo que tenemos en nuestro territorio y que no habíamos visto como algo único y que solamente pertenece a este lugar.

Noté en las y los niños de secundaria cómo su imaginación iba creciendo conforme comprendían cómo hacer la videocarta. Fue muy importante el hecho de poder tomar ellas y ellos mismos una cámara y grabar lo que veían y lo que querían que las demás personas conocieran de su comunidad, no solo otras infancias, sino también a adultos, tal y como ellas y ellos lo ven. El querer plasmar en video su propio entendimiento de la naturaleza, compartir la historia y leyendas de su territorio, trabajos del campo y mostrar sus cultivos, muestra la importancia de que puedan transmitir todos sus conocimientos que en muchas ocasiones no manifiestan en la escuela.

El primer día de grabaciones se les vio una gran alegría. Las sonrisas no faltaron durante toda la jornada. El hecho de salir de la escuela e internarse en su entorno fue un cambio muy importante para ellas y ellos, pues se sentían en libertad: el correr, gritar, mojarse, enlodarse, platicar, tomar videos mientras contaban sus historias, el detenerse para apreciar algo que desconocían y preguntar. Durante la caminata de aproximadamente 10 kilómetros, hubo mucho tiempo para ir tomando videos e ir planeando la mejor opción para ganarle tiempo al día y aprovechar para tener un buen contexto de lo que es la Sierra Tarahumara.

Después se hicieron grabaciones para presentar algunos trabajos del hogar, tales como, preparación de atole, tejer con puntos de cruz, comer elotes, conocer las manzanas, duraznos y pasar a alguna de las casas. En estos lugares, las personas nos recibieron bien y fueron participativas, como una mamá que nos enseñó algunos de sus trabajos en el hogar y quedó muy contenta al saber que su video lo verían personas de partes muy lejanas.

Durante este proceso de aprendizaje, se vio que, tanto alumnos como docentes, desconocían datos de su propia comunidad y que, hasta que se unieron y contaron cada quien su saber, pudieron conocer más de su entorno. Esto hizo que aumentaran las ganas de que más personas vieran los lugares tan bonitos que tienen y el sentir orgullo por tener tanta riqueza natural. Para los profesores, al estar conociendo y escuchando las historias y conocimientos de las y los estudiantes, hacía verlos como los verdaderos alumnos que quieren conocer más de la cultura y costumbres en voz de sus propios alumnos.

Un punto muy importante también es cómo con las videocartas apreciamos nuestra identidad, valor histórico y cómo esta forma de comunicarse en videos muestra la realidad en la que vivimos y no lo que nos enseñan los libros que están descontextualizados y no presentan lo que es una comunidad indígena y mestiza verdaderamente.  

Creo yo que estos talleres no van únicamente enfocados a las y los niños, sino a la participación de toda la comunidad para compartir el territorio: nuestra comida, sabiduría, costumbres y cultura, tratando de hacer valorar lo que tenemos y recordar cuándo teníamos más riqueza natural y cultural. Este taller sirvió como forma de aprendizaje para todas las personas que participaron en ella, desde quienes las crean hasta las reciben.

Jaime entrevistando a músico tradicional en Kwéchi 
Proyección de videocarta en Kwéchi. Fotos: Daniela Parra

En lo referente a las y los talleristas, se notaba la gran sensibilidad hacia la naturaleza y el respeto hacia la fauna que se encontraban por el camino, la gran facilidad para hacer que las personas se involucren y hacer sentir el apoyo que brindan. Entre pláticas nos comentaban que para ellas y ellos el estar en estos lugares fue como estar soñando y nunca se encerraron en su propia burbuja, siempre estuvieron dispuestos a aprender más y no enfocarse solo a lo que venían, algo que muchas personas apreciamos.

Por último, quiero mencionar el gran esfuerzo que hicieron por realizar tan larga caminata, cosa que mucha gente no haría, el haber incentivado a conocer formas de resaltar nuestra cultura y el dejarnos con la idea de saber de otras culturas y que existen maneras de fortalecer nuestra identidad, ya que podemos hacerlo en nuestra lengua materna y a nuestra manera. Sabemos que faltaron algunos días para completar bien las videocartas, pero fueron suficientes para hacernos reflexionar y darnos cuenta lo que tenemos en nuestro entorno más allá de lo superficial.

Si te interesa ver las demás videocartas, has clic aquí.

Este texto fue escrito por Jaime Palma, comunicador ralámuli originario de Kwéchi, Chihuahua. En septiembre de 2022, Jaime participó en los talleres de videocarta que se realizaron en las comunidades de Kwéchi y Ciénega de Norogachi en la Sierra Tarahumara, en colaboración con REDES A.C., Siné Comunarr y el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 de Colombia. Para ver la publicación original de este relato, has clic aquí.


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