La escuela primaria “Miguel Hidalgo y Costilla” ubicada en la ciudad de Madera creó una clínica gratuita que brinda atención a más de 300 personas con discapacidad, que fomenta una comunidad de dignidad e inclusión
Karla Quintana / Raichali
La escuela primaria “Miguel Hidalgo y Costilla”, ubicada en la ciudad de Madera, ha sido reconocida por su labor en la atención gratuita a personas con discapacidad neuromotora. Recientemente, la clínica de la escuela fue premiada por su esfuerzo inclusivo y el trabajo realizado en beneficio de niños y niñas con diversas condiciones, con reconocimientos de Teletón y otras entidades.
Recientemente, también se reconoció la labor de la clínica por parte de una trabajadora social del CRIT (Centro de Rehabilitación Infantil Teletón), quien destacó que las metodologías utilizadas en la clínica son adecuadas para el tratamiento de niños con lesión cerebral, tal como lo comprobó una niña dada de alta recientemente que ya se encuentra en primer año de escuela.
Uno de los primeros apoyos que recibió el proyecto fue de cinco empresarios locales, quienes contribuyeron a la construcción de la primera aula clínica. En 2016, la presidencia municipal de Madera inauguró formalmente la clínica dentro de la escuela. Además, en octubre de 2023, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y Canal 22 del Politécnico Nacional destacaron el proyecto en un programa que presentó los 30 mejores proyectos educativos del país.

Hace 20 años, la escuela estuvo a punto de cerrar sus puertas porque sólo asistían 6 estudiantes. Sin embargo, gracias a un proyecto de comedor comunitario en la escuela, se incorporaron más alumnos a las aulas y ahi retomó un camino para sostenerse.
El profesor Dante Valdez siempre ha tenido una gran afición por el campo de la medicina. La realidad de algunos de sus alumnos y alumnas, así como de otros niños con discapacidad, lo llevó a aprender métodos de neuroplasticidad para aplicarlos en el salón de clases y comenzó a atraer a niños con alguna condición especial.
“En ese tiempo no eran muchos los niños con lesión cerebral que ingresaban a la escuela regular, además no ingresan ni siquiera a los centros de atención múltiple o de Educación Especial”, recordó Dante Valdez en entrevista con Raíchali.
A esa realidad se sumaba que los especialistas en pediatría, neurología y psicología se encontraban a más de 200 kilómetros, en Ciudad Cuauhtémoc, lo que dificultaba el acceso a atención especializada.
“En otros lugares se cobran hasta 2 mil pesos por una sola sesión y aquí haciendo lo mismo, totalmente gratuito para los niños, para las niñas, entonces ya con seriedad nos empiezan a mandar pacientitos de toda la región. Tenemos niños y niñas de todo el estado aquí en la clínica, nos han llegado de todo el Estado, incluso nos han llegado pacientes de Estados Unidos“, explicó el profesor Dante.
El profesor Valdez refirió que la escuela comenzó a posicionarse como un espacio de atención a niños con síndrome de Down, parálisis cerebral infantil, autismo y cualquier tipo de lesión cerebral.
Posteriormente los padres de familia impulsaron la creación de una comunidad de aprendizaje para los niños con lesión cerebral, proyecto que continuó en un espacio fuera de la escuela financiado.
“Es un proyecto meramente comunitario y voluntario sin fines de lucro, y pues se empieza a capacitar a los papás y se hace una comunidad de aprendizaje, pero fuera de la escuela. Así duramos aproximadamente seis años, fuera de la escuela”, detalló Dante Valdez.
En el 2016, a partir de un patrocinio para el proyecto permitió que se construyera una aula donde se instalará una clínica al interior de la escuela primaria. Actualmente son tres aulas equipadas en diferentes planteles escolares: una en Nicolás Bravo y una más en la Secundaria Técnica de Madera.
Atención gratuita con dignidad
La clínica ofrece atención gratuita a 207 niños y niñas, 60 jóvenes de secundaria y entre 28 y 30 adultos. En total son aproximadamente 300 personas beneficiarias, entre ellos hay habitantes de municipios cercanos como Gómez Farías, Temosachi y Cuauhtémoc, así como pacientes de otros estados y países.
El equipo está integrado por ocho especialistas, incluidos licenciados en pedagogía, motricidad humana y maestros en educación especial. Los servicios abarcan terapia ocupacional, rehabilitación psicomotriz, educación sexual en discapacidad y apoyo psicológico para familias.
“Iniciamos con terapia de duelo, que es la terapia psicológica que se inicia con la familia para que acepten la condición de sus hijos e hijas y luego empiecen a aprender a capacitarse para que los traten con dignidad los niños y niñas”, relata Valdez.
Además han desarrollado cursos de educación sexual en la discapacidad, así como proyectos operativos para trastornos de lenguaje, como la dislexia. “Nos fuimos informando y nos fuimos capacitando en círculos de conocimiento, en comunidades de conocimiento”.
Gracias a ese proceso, notaron que las valoraciones realizadas a los niños con neurólogos y psiquiatras estaban dando resultados positivos, y que no necesitaban aparatos sofisticados para realizar las terapias.

“Las limitantes que teníamos era que no estábamos informados lo suficiente, pero en cuanto empezamos a informarnos de las terapias de estas situaciones que se podían hacer con estos niños y niñas, pues nos damos cuenta que hay herramientas como el piso, que es una de las principales herramientas para la rehabilitación y para el tratamiento”, precisa Valdez.
Las acciones que realizaban hasta ese momento sensibilizaron a más personas en el municipio: “La población empezó a salir, la gente a hacer cosas que tenían que ver con la dignidad de estos niños para que no se les estigmatizara en las escuelas sabiendo que había ya un lugar para ellos en donde podían convivir, no solamente los niños y niñas con lesión cerebral, sino las propias familias“, apuntó el profesor.
Protagonistas de la clínica
Manuel, más conocido por sus compañeras y compañeros como el “profe Emilio”, llegó a la clínica a los 7 años. Es un niño con síndrome de Down que, aunque tiene dificultades para articular palabras, se da a entender con todas las personas. “Es un joven que le da un espíritu inclusivo a la escuela porque siempre está con nosotros, todos los días, participando en actividades”, comenta Dante Valdez.
Susana y Anaís, de 35 y 31 años respectivamente, tienen un déficit intelectual profundo. Por primera vez asisten a una escuela y conviven con jóvenes de su edad, así como con los maestros y maestras de la clínica.
Jason, un joven que llegó a la clínica a los 10 años de edad, con parálisis cerebral, no podía caminar. Con la rehabilitación en la clínica logró caminar, con la ayuda de un andador. Con el paso del tiempo y su rehabilitación, conoció a una joven que se convirtió en su novia en la misma clínica. Ella es una joven con hipoacusia bilateral, con quien mantuvo una relación de tres años.


El profesor Dante Valdez describe la relación de los jóvenes como “muy plena y llena de cosas interesantes”. Lamentablemente, Jason falleció hace unos meses, a los 22 años, debido a complicaciones de su trastorno de parálisis cerebral.
A lo largo de estos años, la clínica no solo ha transformado la vida de los niños y jóvenes que reciben atención, sino también de sus familias.
Al principio, muchos de los padres experimentaron una especie de duelo al enfrentar la realidad de la discapacidad de sus hijos, lo que generaba sentimientos de limitación y dificultad para aceptarlo. Este proceso emocional afectaba tanto a los padres como a los niños, quienes muchas veces son estigmatizados por su condición.
“Ellos estaban estigmatizados, escondidos, viviendo un duelo tremendo de sus papás, una condición de duelo que los limitaba y, al construir esta comunidad, estos niños vienen a algo que se llama dignidad y que al parecer sirve mucho para ser feliz y mucho ese es el motivo y eso es muy importante”, enfatiza Dante Valdez.
***

TE PUEDE INTERESAR