Columna de Federico J. Mancera-Valencia
para Nexos
Las movilizaciones sociales en torno al agua en Chihuahua, son resultado de la suma de los problemas histórico-ambientales, sociales y de políticas públicas incorrectas en torno al desarrollo de los desiertos de México.
El aprendizaje socio-histórico de hacer productivos a los desiertos y continuar su poblamiento, nace en los años cuarenta cuando el gobierno norteamericano impulsa la modernidad de las zonas rurales a través de la tecnificación del campo, la llamada revolución verde, a través de maquinaria y agroquímicos. Esta estrategia del desarrollo rural se ha mantenido sin cambios. Desde hace más de setenta años, el desierto como ecosistema mantiene la producción agroindustrial más importante del septentrión mexicano. El nivel de producción sobrepasa el agua disponible en las presas y requiere complementarse con agua subterránea. Actualmente, se dejó de mantener dos ciclos anuales de producción debido a esa sobredemanda.
El modelo de hacer productivo al desierto con agua, y de convertirse en “Vencedores del Desierto”1 ha colapsado. Son las sociedades rurales norteñas las que resienten hoy este sistema productivista, que por mucho tiempo ha sido estimulado por políticas públicas agrarias y consentidas por los sectores ambientales de los tres órdenes de gobierno.
Ilustración: Kathia Recio
El Tratado de 1944: entre sequías y desierto
La revolución verde se consolida en los desiertos de México con el Tratado firmado en 1944, entre Estados Unidos y el gobierno mexicano, con el fin de “hacer un intercambio de agua que México daría a Estados Unidos de los afluentes mexicanos del río Bravo a cambio de que ellos nos dieran agua del río Colorado (1 850 000 m3) para destinarlo al Valle de Mexicali” (Adolfo Orive Alba exsecretario de Recursos Hidráulicos, sexenio de Miguel Alemán).2
También, bajo este acuerdo, Estados Unidos construyó dos presas internacionales, Amistad y Falcón, aprovechando el afluente del río Bravo, mismo que se utiliza por poblaciones estadounidenses y mexicanas. A cambio, México se comprometió a otorgar a los estadounidenses, una tercera parte del agua (no menor de 431 721 000 mm3) que aportan seis afluentes mexicanos al Bravo. A pesar de que la intención fue equitativa, se sobrepusieron los intereses de los Estados Unidos.
Es sabido que el río Colorado es disputado por los usos de irrigación y de abastecimiento de agua potable de las ciudades californianas: Los Ángeles, San Diego, y Las Vegas. Lo último resulta en que el 99 % de sus aguas sean utilizadas por Estados Unidos. El problema se incrementa cuando se especifica geográficamente el pago, ya que este llegará del río Conchos y su afluente del río San Pedro (que nacen en la Sierra Tarahumara y escurre en todo el desierto y semidesierto chihuahuense), aportando el 50 % de escurrimiento de todas las corrientes involucradas en el Tratado de 1944.
La disponibilidad de agua en los distritos de riego de la región central de Chihuahua, depende de los ecosistemas de bosques templados secos de la Sierra Tarahumara. Desde finales del siglo XIX, la explotación forestal (mal manejo, desforestación, tala clandestina y, ahora, dolosamente practicada por el narcotráfico) ha impactado en la calidad del agua, aumento de sedimentos en las presas (azolve), la no recarga de mantos acuíferos, la disminución de los flujos hídricos (mm3 de agua) y todo para el riego en los desiertos.
En relación a las sequías —condición obvia de los desiertos— analizadas desde el ámbito socioambiental, se puede identificar que, durante 114 años, se habían sumado 67 años de sequía, lo cual ocupa un porcentaje de 58.77 % y los años de abundancia pluvial, 23 años, un 20.17 %.3 La frecuencia de las sequías en 112 años varía. Sin embargo, su duración es cada vez más prolongada y regionalizada, mientras llueve en lo desiertos y semidesiertos, no llueve en la Sierra Tarahumara.
Las lluvias ocurren entre el 85 % y el 88 % del total anual durante los meses de mayo a octubre,4 momento en que el almacenaje de agua en las presas —aguas nacionales— son de uso concesionado a los campesinos de la región, dato que debe ser regulado y bien planificado entre productores y la Conagua, a través de un Comité Hidráulico Regional, para hallar suficiente agua para el ciclo de producción agrícola del año siguiente. Las aguas de escurrimientos en demasía, es decir, cuando llueve mucho en la Sierra Tarahumara, se vierten por las compuertas altas de las presas, lo que asegura agua para la deuda histórica nacional firmada en 1944.
La deuda hídrica
En 1993, el gobierno federal informa del no pago de la deuda de agua, debido a la sequía presentada en Chihuahua (1993-2003), periodo en que el 60% del Distrito de riego 005 dejó de cultivarse.5 Contradictoriamente, en marzo del 2001, la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), confirma que México y USA establecieron un convenio, donde nuestro país se comprometió a pagar 740 millones de m3 de agua a Estados Unidos. En el 2003, sin embargo, el Presidente de la Junta Central de Agua y Saneamiento del estado de Chihuahua, aseguraba a los medios, en relación a la presa “El Granero” o “Luis L. León”, que “ésta se encuentra en la condición más baja en su historia” (…) (lo que) hace imposible que se cumpla con el pago de agua a los Estados Unidos, pues el espejo del agua ni siquiera llega a las compuertas”.6
Las crisis hídricas son normales en el estado, pero la “presión” que tiene la Sierra Tarahumara para aportar agua a la cuenca, se incrementa, ya que “de 110 000 mm3 de agua que llueven en promedio en el año en Chihuahua, 97 000 millones —88 % de la lluvia total—, se evaporan, quedando un escurrimiento promedio de 13 000 millones, que se incrementa en 344 millones con los escurrimientos importados del estado de Durango y de Estados Unidos”.7 En este sentido, la CONAGUA ha estimado, que “las extracciones de agua superficial ascienden a 2 165 millones de m3 y que se infiltran a los acuíferos 3 700 millones”. Los recursos de agua que se encuentran en el subsuelo son, sin duda, los que aportan mayor cantidad para uso urbano y agrícola. En 1997, “la extracción total se estima en 3 179 millones de metros cúbicos de agua, destinándose el 85 % a la agricultura (en zonas de riego), el 11 % para servicio municipal, el 3 % para uso doméstico-pecuario y el 1% lo utiliza la industria”.8 Para el 2020, los acuíferos sobre explotados están vinculados a los distritos de riego debido a la demanda de agua (Ver mapa). No está de más decir, que la extracción es costosa, debido a la profundidad en que se encuentra el líquido y es frecuente la presencia de metales pesados tales como el arsénico, flúor y plomo, que es para consumo humano y/o se vierten a distintos plantíos de riego.
Distritos de riego y acuíferos sobreexplotados en el estado de Chihuahua
Fuente: Mancera-Valencia, 2016.9
Este 2020, es más notable lo azaroso de las precipitaciones, debidas al cambio climático y sus repercusiones en los desiertos. Es socialmente notable el poco almacenamiento de aguas nacionales registradas en las presas de Chihuahua, pero esta situación puede revertirse. El Sistema de Información del Agua (SINA) de Conagua,10 dio a conocer que La Boquilla (río Conchos) contaba con 877.84 mm3 hasta el día 12 de septiembre de este año, y para el 17 del mismo mes, contaba con 920.17 mm3. Las Vírgenes (río San Pedro), tenía para el día 12 108.17mm3, y para el diez y siete 109.86mm3. Lo anterior indica el retraso catastrófico de las lluvias en la Sierra Tarahumara, lo que generará problemas de alimentación regional.
Agua para trabajar
La agricultura de riego en los desiertos es una herencia de las concepciones de desarrollo extractivista. Hoy, las demandas de agua son para:11
1. La alfalfa, el nogal y el manzano, (99.25 % del agua de riego; 1 971.89mm3)
2. El algodón, el maíz para grano y el chile verde, (92 % del agua de riego; 1 774.16 mm3, ciclo primavera-verano).
3. El trigo para grano, la avena forrajera verde y la cebolla, (95 % del agua de riego; 137.56 mm3, ciclo otoño invierno).
4. Forraje para el ganado bovino, alfalfa, avena y maíz. Chihuahua es el principal exportador nacional con más de 400 000 cabezas por año.
Así, hay una demanda de 286.25 % 8 (3 882.88 mm3) del agua —superficial y subterránea— destinada principalmente a la agricultura de riego de cultivos perennes, concentrándose en las llanuras y valles centrales del estado de Chihuahua (ver mapa), región en donde históricamente se han concentrado los movimientos sociales agrarios vinculados a la demanda del agua.
Por lo anterior, resulta necesario fortalecer la gobernanza y el gobierno ambiental del norte de México con:
1. Repactar el Tratado del 1944. Bajo las implicaciones del cambio climático. Las sequías e incendios forestales de California y Arizona, impactarán en los balances hídricos del río Colorado.
2. Reconversión productiva en los desiertos, basada en múltiples propuestas técnico-productivas que plantea el PEH-2040, que posee la certificación del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA).
3. El pago por los “servicios ambientales hidrológicos” que aportan los ecosistemas de la Sierra Tarahumara, lo que implica el fortalecimiento de la gobernanza ambiental indígena y campesina.
4. Resignificar educativamente los desiertos y las sequías, desde la plataforma de la adaptación y mitigación al cambio climático.
5. Superar las contradicciones del uso del agua en los desiertos con el diálogo ambiental, fortaleciendo la gobernanza campesina y las instituciones gobierno.
Federico J. Mancera-Valencia
Geógrafo y Doctor en Pedagogía Crítica. Centro de Investigación y Docencia, Chihuahua. Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1.
1 Así se autodenominan los habitantes de los distritos de riego 005 de Chihuahua (municipios de Delicias, Rosales, Meoqui, San Francisco de Conchos, Camargo, Jumiles y La Cruz) en virtud a la construcción de la presa Francisco I. Madero, “Las Vírgenes”, que logró desarrollar el sector agrícola con excelentes resultados productivos.
2 Aspiroz, María Elena. 1988. El campo en el México Moderno. Nueve ex-secretarios hablan sobre las políticas públicas de desarrollo rural. México Sextante/SARH.
3 Mancera Valencia, Federico. 2020. Agua, desiertos y sequías: urgen modelos de desarrollo sustentable.
4 Ortega-Gauci, D; Mejía Sáenz, E; Palacios Vélez; Rendón Pimentel L. 2008. Análisis y caracterización de la sequía en el Distrito de Riego 005 Delicias, Chihuahua.
5 Aboites, L. 2015. “Los distritos de riego de la posrevolución. La aparición de nuevas aguas”. Agua Asolada. JCAS. Chihuahua.
6 El Heraldo de Chihuahua. 27 de Feb. 2002. P. 8 B.
7 Conagua. 1997. Programa Hidráulico de Gran Visión del Estado de Chihuahua 1995-2020, Gerencia Estatal de la Conagua en Chihuahua, Chihuahua. Tomo 1.
8 Idem, 13.
9 Mancera-Valencia F.J y Carreón Hernández, Enrique. (2016) “Geografía socioeconómica de la ganadería de Chihuahua” en: Pérez Martínez, Sofía (Coord.). Agostaderos y Ganado. Tradición y Patrimonio de Chihuahua. Unión Ganadera Regional. Amaroma Ediciones. Ciudad de México, México. Pp. 251-270
10 Diario de Chihuahua. 15 de septiembre de 2020. 5A.
11 Junta Central de Agua y Saneamiento del Estado de Chihuahua. Plan Estatal Hídrico 2040.