Jaime Armendáriz/Raíchali
El chihuahuense Enrique Ruiz regresó la semana pasada a su casa después de 2 meses de haber estado en Sudáfrica confinado, debido a las medidas extremas de ese país para erradicar el Covid-19.
“Veo mi casa y me parece extraño”, dice Enrique al hacer un relato para Raíchali de las últimas horas que estuvo en el país africano.
Todavía antes de partir parecía que su estancia podía prolongarse más, pero la intervención de la Embajada mexicana y la presión del gobierno de Chihuahua le permitieron subirse a un avión para cruzar el Océano Atlántico y reunirse de nueva cuenta con su familia.
Él llegó a Sudáfrica el 16 de marzo con boleto de regreso para el 29 del mismo mes, pero dos días antes de su partida, ese gobierno decidió iniciar medidas de contingencia obligatorias que contemplaron la cancelación del tráfico aéreo, que impidió a 20 mexicanos salir de ahí, entre ellos Enrique, y el regreso de por lo menos 6 mil sudafricanos de varios países.
El 24 de abril se hizo pública su historia y comenzó a tener mayor contacto con autoridades. Para ese entonces ya le habían cancelado en 5 ocasiones sus vuelos y no había fecha para salir, lo cual elevaba su desesperación, sobre todo al saber que en Chihuahua su mamá tenía problemas de salud.
“Se puso muy complicada mi salida. Había muchos sentimientos pero estaba desesperado principalmente. Ya tenía muchos días confinado en la habitación de un hotel, algo que es muy pesado porque solo nos dejaban salir al supermercado una vez al día, y afuera había militares por todas partes”, detalla Enrique.
Las medidas las consideró extremas debido a que no es uno de los países con el problema agravado. Hasta ésta semana se tenían 369 muertes y 19 mil contagiados confirmados, de una población superior a los 57 millones de habitantes.
A principios de mayo se abría una esperanza con algunos tropiezos que le prolongaban su partida.
Primero debía salir de Ciudad del Cabo, donde estuvo confinado, llegar a Johannesburgo y trasladarse a Pretoria, la capital sudafricana; todo esto por vía terrestre. El objetivo era tomar un vuelo hacia Doha, Qatar, ya que éste último país logró la autorización para varios vuelos.
Para el viaje por tierra hizo 19 horas hasta la capital de Sudáfrica el 06 de mayo. Justo cuando parecía que estaba por subirse al avión el gobierno de ese país volvió a negar permisos para los vuelos y regresaba la incertidumbre para salir.
“Fue algo frustrante e increíble que se estuviera haciendo eso. Ya se tenía un confinamiento extremos que parecía arresto domiciliario y ahora con eso. No había ningún apoyo y de nuevo nos dejaron a la deriva. Estaban jugando con nuestro tiempo y nuestras ilusiones, y aparte sin alojamiento”, recuerda.
Enrique decidió entonces buscar un hotel en Pretoria pero le negaron la estancia porque los cuartos estaban destinados únicamente a personas para pasar cuarentena. Logró conseguir espacio en una casa de huéspedes, en la zona de las embajadas, pero aún no tenía fecha para tomar un avión.
“Hubo una fuerte presión diplomática porque habíamos personas de 18 países en esa situación sin poder salir. Luego dijeron que había vuelos hasta el 20 de mayo, pero supimos de unos los días 12 y 16, por lo que la Cancillería logró que la Embajada de Qatar me considerara para el vuelo del 12”, relata.
Tuvo que pagar 5 noches más de hotel hasta que llegó el 12 de mayo. Subió al avión para llegar a Doha. Finalmente había salido de Sudáfrica y ahora debía cruzar el Atlántico para aterrizar en el aeropuerto de Chicago.
Su itinerario indicaba partir de ahí hacia Guadalajara, hacer escala en Ciudad de México y de ahí hacia Chihuahua, pero las condiciones climáticas adversas, que parecían afectarle, le beneficiaron, ya que en vez de quedarse varado en Chicago, voló hacia Dallas y de ahí salió directamente para su estado natal.
“Duré dos meses fuera, la mayoría de los días en una habitación de hotel. Pero ya estoy contento y mi mamá está contenta. Se encuentra en recuperación. Ahora, conforme pasen los días voy a dejar esta experiencia en el pasado y aprender de ella”.
Enrique hizo el viaje casi al inicio de la pandemia en México, cuando comenzaban las medidas de confinamiento. Su padre había fallecido meses atrás y buscaba despejarse.
“No seguí las recomendaciones y mira lo que me pasó. Yo creo que la gente debe seguirlas de lo contrario no vamos a poder evitar las medidas extremas como las que vi en Sudáfrica”.
Para concluir la entrevista, Enrique lanza un agradecimiento a las personas que deben salir a trabajar anteponiendo su seguridad, y por lo pronto apegarse al confinamiento ya desde su casa, en donde su experiencia agridulce ya quedó atrás, con el estampado en su pasaporte y decenas de fotografías.