En el debate sobre los nuevos modelos afectivos y el interés de romper con relaciones violentas, en 2019 se puso sobre la mesa ese concepto, el cual busca la construcción del amor libre.
Quienes lo han estudiado coinciden en que la responsabilidad afectiva se basa en ser conscientes de que todo acto que una persona realice dentro de una relación tiene una consecuencia positiva o negativa en su pareja.
Texto: Adriana Esquivel
Fotos: Abril Martínez
En el debate sobre los nuevos modelos afectivos y el interés de romper con relaciones violentas, en 2019 se puso sobre la mesa ese concepto, el cual busca la construcción del amor libre.
Al asumirlo, se busca evitar el dolor innecesario que frecuentemente generan las falsas expectativas del amor romántico, al dejar en claro el tipo de vínculo que habrá y, a partir de ello, cuidar del otro.
Esto aplica principalmente en las personas que no creen en la monogamia o que no buscan un compromiso formal. Por eso optan por relaciones basadas en el poliamor y la anarquía relacional.
Para la psicóloga y terapeuta en biodescodificación Edna Zúñiga, la clave para construir relaciones sanas de cualquier tipo está en entender que la responsabilidad afectiva se debe trabajar primero en el plano personal.
Nuestra vida, detalló, suele estar marcada por etapas que nos orillan a conseguir una pareja, casarnos y formar una familia, presión que en la mayoría de los casos nos impide preguntarnos qué es lo que realmente queremos.
Al cuestionarnos qué se busca en una relación, quitando imposiciones sociales e incluso familiares, es más sencillo estar en paz para tomar una decisión, pues “si no estamos bien con nosotros mismos, no lo estaremos para los demás”.
A eso se suma el contexto en el que vivimos. Cuando crecemos en ambientes violentos, tendemos a repetir patrones al momento de conseguir una pareja y es difícil romper con relaciones tóxicas porque ese es el modelo que se conoce e inconscientemente es “lo normal”.
“Para ser responsables del otro, primero debemos tener la valentía de ser responsables de nosotros mismos. Pocas veces nos conocemos, no estamos acostumbrados a ver qué quiero, qué siento, qué me gusta, a qué estoy dispuesta o dispuesto y a qué no, o si de verdad queremos o no tener una pareja”
Desde su área de especialización, otro factor importante es que cada persona tiene una programación genética y creencias heredadas que pueden afectar la forma en la que se relaciona con los demás y su impacto en la responsabilidad afectiva
Por ejemplo, si hay un historial de abuso violencia familiar y parejas abusivas, es más probable que las personas repitan o se busque ese patrón.
“Cuando tomamos conciencia de las cosas y las asumimos, podemos generar cambios. Si yo soy una persona que tengo responsabilidad afectiva, tengo más probabilidad de atraer a personas que hablen el mismo idioma. Lo mismo ocurre si se tiene un patrón de parejas abusivas, o si eres una persona abusiva y no lo asumes: lo vas a repetir”
¿Como romper una relación tóxica?
En el contexto de Chihuahua, un estado que desde los 90 se convirtió en un referente nacional por la violencia estructural contra las mujeres, hablar de la importancia de la responsabilidad afectiva no es cosa menor.
Cifras del Instituto Chihuahuense de la Mujer (Ichmujer) arrojan que cada año aumentan las denuncias por violencia familiar, la mayoría de los casos por maltrato psicológico, el cual puede ir desde burlas y palabras hirientes, hasta la desvalorización de la víctima.
Al respecto, la terapeuta reconoció que romper una relación nociva es difícil, pero no imposible: El primer paso es aprender a escuchar las emociones, realizar una búsqueda interna para identificar y tocar el dolor que parece ser normal.
“Debemos cuestionarnos si somos coherentes en lo que sentimos y lo que hacemos. Preguntarnos cuántas veces hemos sentido que no debemos estar ahí, pero lo forzamos; comenzar una búsqueda interna, hablarlo con una amiga, buscar ayuda en un libro o en internet, porque al estar en nuestro inconsciente, no nos damos cuenta y necesitamos una guía”
En ese sentido, destacó que el mejor regalo para este 14 de febrero “es el amor propio. Hacer las cosas que nos gusta hacer; tomarnos un tiempo para nosotros, dejar los miedos y hacer lo que siempre hemos querido y no nos atrevemos y, también, darnos la oportunidad de buscar lo que nos hace felices”.
La biodescodificación es un proceso terapéutico de desprogramación en el que se acompaña a la persona para que encuentre la coherencia entre lo que siente, lo que piensa y lo que hace, es decir que tome consciencia del conflicto que ha está manifestando a través de una enfermedad física o alguna condición psíquica.
Para lograr esto, se busca en el inconsciente (subconsciente) el origen del conflicto a través de la información de su programación genética, sus creencias heredadas y el proyecto que los padres le asignaron al nacer, desprogramando con dicha información sus creencias limitantes y así que logre gestionar las emociones para disfrutar de una salud física, psíquica y emocional.
La biodescodificación es la toma de consciencia para liberar las emociones que provocan en el cuerpo una reacción, síntoma o enfermedad, acompañando a la persona a un nuevo estado emocional con nuevos recursos y valores propios.
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