Chihuahua

sábado 20 abril, 2024

Denunció la desaparición de su hijo y en la FGE se burlaron; 3 años después no hay resultados

Carpeta de investigación fue llevada a Fiscalía de alto impacto pero sin avances: mamá de Brian Jesús Ortiz, uno de los seis desaparecidos tras una fiesta en la colonia Los Naranjos de Celaya en 2018

Verónica Espinosa / PopLab

Guanajuato.- A Remedios nunca se le va a olvidar lo primero que le dijeron en la agencia del Ministerio Público en Celaya cuando acudió a denunciar la desaparición de su hijo de 18 años, Brian Jesús Ortiz Cervantes, un 29 de abril de hace 3 años.

“Una funcionaria se rió. ‘¿Cómo ves? Vienen a buscar a sus hijos. Si esos todavía andan de parranda; la andan siguiendo, luego aparecen”. Lo decía así, con nosotros a un lado. Ojalá hubieran andado de parranda”.

Brian Jesús tenía unos seis meses trabajando en la misma empresa de autopartes que su mamá en Celaya, donde producen chapas para autos, cinturones de seguridad. Había egresado de la Prepa del Conalep en esa misma ciudad.

La tarde del sábado 28 de abril de 2018, ambos se cruzaron en el cambio de turno; él salía y su madre ingresaba. Desde ese momento no lo ha vuelto a ver.

En la madrugada del 29 de abril de hace ya tres años, Brian Jesús fue víctima de desaparición en un domicilio de la colonia Los Naranjos de esa ciudad, junto con otras cinco personas: la pareja formada por Yolanda Escogido Navarro y Julio César Bustos, de 44 años; el hijo de ambos, Gustavo, de 18; su sobrino Luis Eduardo, de 20, así como Martín Alejandro Rosas Mendoza, otro amigo de los muchachos.

Con ellos desapareció la camioneta propiedad de la pareja, una pantalla de televisión y un teléfono celular.

La Fiscalía General del Estado inició la carpeta de investigación 44166/2018 en la sede regional en Celaya. El nulo avance de la misma provocó quejas y una protesta de familiares de las seis personas desaparecidas.

Brian Jesús Ortiz Cervantes. Fotos: especiales.

Hace como cinco meses, se informó a las familias que la carpeta había sido remitida a la Fiscalía de delitos de alto impacto, en la sede central de la FGE en Cervera.

Y siguen sin conocer avance alguno en la localización de los seis.

Remedios no sabía que Brian asistiría a una fiesta en casa de Gustavo Bustos con Martín Alejandro, uno de sus más cercanos amigos.

Brian y Martín -ambos de 18 años al momento de su desaparición- se conocen desde niños, estuvieron juntos en la escuela desde el preescolar. Ya en la prepa se hicieron amigos de Gustavo Bustos y de Luis Eduardo, primo de éste.

Ambos los invitaron a una improvisada reunión de cumpleaños de Gustavo en su casa, ubicada en la colonia Los Naranjos.

“No tenían planeado salir, pero le marcaron a mi hijo y le dijeron que harían una fiesta. Brian se había peleado con la novia, la dejó como a las 8:30 de la noche (del sábado 28) en su casa y luego como a las 9:10, Gustavo y Luis Eduardo pasaron por él y por Martín”, contó la madre del muchacho.

Aparentemente, la fiesta se desarrolló sin problemas por varias horas, hasta la madrugada del domingo 29.

Aproximadamente a las 5 de la mañana, una joven también invitada pidió un Uber para retirarse a su casa. Les preguntó a Brian y a Martín si pedía otro taxi para ellos, pero Julio César Bustos se ofreció a llevarlos en su camioneta.

La joven tomó el Uber y se fue.

Otras dos hijas de la pareja se fueron a dormir a sus habitaciones.

Los otros desaparecidos.

Se despertaron cerca de las 10 y se dieron cuenta que estaban solas en la casa, que faltaban un par de objetos y que la camioneta tampoco estaba en la cochera.

Algunas cámaras de videovigilancia de la calle registraron que la camioneta salió de la colonia entre las 5:30 y las 6 de la mañana. Pero no se pudo apreciar quién la conducía y quiénes iban en ella.

Mientras tanto, en la casa de Brian su papá se dio cuenta de que el joven no llegó a dormir. “Mi esposo trabaja de noche, llegó en la mañana a dormirse y como a mediodía se dio cuenta de que mi hijo no había llegado a casa. Me marcó (al trabajo) y comenzamos a buscarlos”, contó Remedios.

Se unieron a Reyna, la madre de Martín, y se organizaron para recorrer las calles. Fueron a la casa de la familia Bustos Escogido y corroboraron que nadie sabía qué había pasado con las seis personas.

Cerca de las 3 de la tarde del domingo, entraron a las oficinas del Ministerio Público a denunciar estas desapariciones.

Sobre la estigmatización recurrente por algunos funcionarios (como le pasó en la Fiscalía General), Remedios acota:

“Una sabe cuando su familia anda haciendo cosas indebidas. Pero ninguno de los dos; Martín, también buen muchacho, se quedó muchas veces en la casa, lo conocí de toda la vida. A los otros muchachos los conocía de oídas. Me decía que Eduardo quería dejar la prepa para ayudar porque su mamá estaba muy enferma y necesitaba medicinas”.

En esas primeras horas de búsqueda, las familias recorrieron toda la colonia Los Naranjos. “Muchos (vecinos) me abrieron, muchos no. Solo una señora me dijo que como a las 6 de la mañana habían tirado balazos por ahí. En la carpeta está que hubo una denuncia de detonaciones ahí, pero que había sido otro vehículo que había pasado”.

Remedios se unió al colectivo “Una Luz en tu camino” y participa en las búsquedas que se hacen con los otros 12 colectivos formados hasta ahora en Guanajuato.

Con la carpeta de investigación “el resultado es que no hay nada”.

“Como a los 3 días encontraron la camioneta en un domicilio en Santa Rosa de Lima”, pero aunque el propietario fue encontrado con armas, no sabe qué pasó con él.

“Nos dijeron que no podían vincularlo a la desaparición porque nadie lo vio”.

Ilustración: Pinche Einnar.

Para poder revisar las grabaciones de las videocámaras y las sábanas de las llamadas pasaron varios meses. “Se hicieron oficios para ver cámaras, para ver sábanas de telefonía, pero la primera videograbación la pudimos ver a los tres meses. En una esquina de la calle, fue la única que vimos. Para las sábanas de llamadas pasaron como seis meses”.

En septiembre pasado, ante el surgimiento de un dato sobre la posibilidad de que las seis personas estuvieran inhumadas clandestinamente en un predio del ejido La Nopalera en Villagrán, se acudió con maquinaria y peritos. “Pero no hallamos nada”, señaló Remedios.

Desde que la carpeta de investigación fue turnada a funcionarios de la Fiscalía en Guanajuato, no ha podido ver qué diligencias se han realizado…o no.

“Yo sólo confío en lo que me dicen, que están trabajando”.

El futuro de Brian y el presente de Remedios

Brian Jesús tenía dos años de relación con su novia y ya pensaba en establecerse con ella como pareja y poner una tortillería.

“Yo les decía que estaba muy chicos, lo animaba a que se metiera a estudiar de maestro porque le gustaban mucho los niños. Es muy cariñoso con sus primos chiquitos. Pero me decía ‘no mamá, está bien difícil la situación, mejor me voy a poner a trabajar”.

A Brian “le gustaba echarse su cervecita de vez en cuando como a todos los jóvenes, pero vicios como drogas no, nunca lo vi. Una sabe lo que tiene”, insiste.

El muchacho mostraba otro carácter: “Les regalaba a los niños de la cuadra las mochilas de escuela que ya no ocupaba. No le gustaba que maltrataran a los animales. Lo que más extraño son sus pláticas; es muy risueño, una sonrisa de oreja a oreja siempre. De corazón muy noble, idealista”.

Una psicóloga de la Fiscalía le dijo en una ocasión, después de que fue a cerrar el bulevar López Mateos para exigir a esa instancia que diera resultados, que llegarían al fondo del caso.

“Yo reclamé porque no han hecho su trabajo y me dijo ‘usted nos culpa, pero vamos a llegar al fondo; aunque sin importar lo que hayamos hecho no habrá servido de mucho porque los resultados ya están. Como dándome a entender que ya estaban muertos. También me dijeron que había gente que nunca se encontraba. Que ellos tenían unos compañeros que habían desaparecido y no habían dado con ellos”.

La vida sigue, pero nunca igual. La hermana de Brian dejó de trabajar por un año, “se la pasaba dormida”. Su papá también dejó de trabajar seis meses para buscarlo, pero tuvo que volver ante las necesidades de la familia. “Afortunadamente le dieron prórrogas y le respetaron”.

Remedios no trabajó durante un año; quiso volver pero sólo aguantó un año. “Decidí dejarlo, cometía muchos errores, faltaba mucho. Mi mente estaba en otro lado, sentía que era como olvidar a mi hijo. Me he dedicado a puras búsquedas. Aunque a veces no me muevo ni para ir al baño, me quedo como un vegetal”.

Trabajadora desde pequeña, estudió estilismo por dos años y pensó en poner un negocio propio después de dejar la empresa de autopartes. “Pero hay días en que me desanimo porque no tengo ganas de lidiar con la gente, de escuchar los problemas de otras personas. Mi propósito es dar con él hasta que las fuerzas me den”.

Con respecto a su hijo, Remedios se sabe tranquila. “Meto las manos al fuego por él porque sé que no le debía nada a nadie. Siempre les enseñé a mis hijos que trabajando honestamente uno tiene sus cosas bien. Y nada justifica estos actos de violencia, contra ninguna persona”.

Piensa en todos los comentarios que sobre su hijo y tantas otras personas desaparecidas escucha o lee, pero ya de plano quiere ignorar:

“Para juzgar, como sociedad todos tenemos boca. Para ayudar, pocos. Estamos en una burbuja. Hasta que nos pasa queremos que todo el mundo nos ayude, pero pasan meses y a la gente se le olvida. Nosotros como familia no podemos olvidarlos”.

Este texto lo publicó PopLab, integrante de la Alianza de Medios de Periodistas de a Pie. Ve aquí la publicación original.


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