Chihuahua

martes 10 diciembre, 2024

Consumo de pornografía: Entre la ausencia de una educación sexual integral y la violencia de género

A falta de una educación sexual en las escuelas o al interior de sus familias, muchas niñas y niños tuvieron sus primeras referencias sobre la sexualidad a través del consumo de pornografía, lo cual conlleva la repetición de una serie de estereotipos de género que pueden derivar en violencia sexual.

Este reportaje explora los acercamientos que jóvenes de distintos géneros tuvieron en su infancia con la pornografía y cómo esto ha influido en su educación sexual.

Por Arely Pereyra / @_arelypereyra / ZonaDocs

“Creo que mi primer acercamiento fue en la secundaria más o menos […] no fue accidental, yo fui quien empezó a verlo”, contó Roberto (nombre ficticio) mientras calculaba la edad en la que vio por primera vez pornografía en su computadora de escritorio que recién tenía internet. Para Ricardo fue distinto, tenía once años y fue a casa de sus primos, quienes estaban viendo dicho contenido.

Un celular, internet y curiosidad es lo único necesario para que una niña o un niño ingrese al amplio mundo de la pornografía desde edades muy tempranas. Así es como lo mencionó la psicóloga especializada en Sexología Clínica y Directora General de Centro de Educación Sexual Integral en Guadalajara, Giselle Ureta: “el primer impacto es muy fuerte […] ves un acto sexual tan explícito y pues es bastante agresivo para tu persona”.

Daniela (nombre ficticio) compartió que la primera vez que vio pornografía fue a los 12 años por curiosidad. Mientras que Natalí contó que tuvo acercamientos accidentales antes de haberlo buscado por ella misma:

“estaba con amigas a los 12, 13 años en la casa de una de ellas y prendimos la televisión y vimos MTV a media noche, donde había programas y dibujitos animados que en su momento era para adultos […] cuando tenía 16 años lo buscamos entre amigas por intriga y curiosidad, no fue para nada accidental, yo misma quise ver pornografía desde en esa edad”.

En una encuesta realizada para este reportaje a 578 personas de ambos géneros, dentro de la Zona Metropolitana de Guadalajara y algunas otras entidades federativas, principalmente entre la edad de 19 a 25 años, se les preguntó a qué edad había sido su primer acercamiento a la pornografía, el 34.9% contestó que entre los 11 y 14 años, seguido del 23.2% que fue entre los 15 y 17 años.

A pesar que también se les cuestionó si consideraban que la pornografía era parte de su educación sexual, el 77.5% contestó que no. Sin embargo, expertas (os) concluyeron que después de haber consumido el contenido para adultos, cuando se llega a la pubertad y se está en el descubrimiento de tener relaciones sexuales, se intenta hacer lo que se vio: “al final te educas con lo que viste en la pornografía entonces terminas siendo bastante violento y frustrante”, mencionó la psicóloga Ureta.

Andrea Rauda, psicóloga y tallerista de educación sexual integral desde primaria hasta preparatoria, quien además forma de la Asociación Civil “Despierta, cuestiona y actúa” que realizó el proyecto “Ciudadanitos en acción” donde niñas y niños de 11 y 12 años hablan sobre sexualidad, comentó que a pesar de cuestionar a las y los jóvenes sobre el contenido que buscan en internet, es una realidad que se acceda a la pornografía: “Aprendemos a tener sexo por el porno porque es el único lugar donde es tan visual”.

Deficiencias de la Educación Sexual Integral

La Educación Sexual Integral (ESI) es el proceso de enseñanza a las niñas y niños en torno a todo lo que significa la sexualidad, ya sea psicológica, física, emocional y socialmente. Se deben tocar temas como las orientaciones, expresiones e identidades de género, así como los derechos humanos y derechos sexuales de las personas.

En México, a pesar de en la currícula de Secretaría de Educación Pública (SEP) está ordenada para que a los 11 años reciban temas sobre su sexualidad, especialistas aseguran que habría más beneficios si se les enseña desde antes:

“si lo viéramos desde chiquitos, desde preescolar que nuestro cuerpo es nuestro y desde ahí, la formación del autocuidado y la formación de lo que sí y lo que no quiero y el respeto esté tanto al prójimo como el mío, […] las personitas aprenderían desde pequeñitas, la toma de decisiones”, comentó la psicóloga Ureta.

Además, aseguró que si no se habló correctamente de la sexualidad desde edades tempranas, el primer acercamiento hacia la pornografía será una afectación: “Al final del día, es un abuso sexual, es un trastorno porque no entiendes un concepto de sexualidad como tal porque no ha habido una formación”, concluyó.

Inseguridades y estereotipos

“Ver penes enormes y cuerpos atléticos y ver que tú no eres así, pues te trae inseguridades […] es una historia medio fantasiosa pero sí te da altas expectativas cuando la realidad es otra”, expresó Roberto.

Ureta explicó que los estereotipos y desempeño en los videos pornográficos genera disfunción sexual:

“hay un grave problema en ese aspecto, porque no son compatibles a las expectativas que se tienen en función a la pornografía, no sienten que pueden cumplir con ciertos aspectos o estereotipos para generar el placer que se busca”.

Para las mujeres es similar, cuerpos perfectos y sin vellos generan que los hombres piensen que así es como se deben ver sus parejas. Natalí contó que después de tener encuentros sexuales con algunas personas, después recibió comentarios quejándose sobre su vello corporal o púbico:

“En ese momento era una realidad, si no estabas depilada, tu pareja hombre no te iba a querer y te iba a denigrar […] es una lucha también relacionándolo con la pornografía, es por los cuerpos completamente depilados sin un pelo que para mí eso no es humano”.

Los roles de género que se exponen en la pornografía, en cuanto a cómo debe actuar una mujer y cómo debe actuar un hombre, también dista de la realidad:

“El hombre se hace responsable de la sexualidad de la mujer y que tenga un orgasmo aunque sea de violación y se siente como el responsable, pero además piensan «yo debo tener unpene grande, pero además seducirla» y el único acto que tiene la mujer es estar buenísima y gritar para decir que tuvo un orgasmo”, explicó Ureta.

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