Los encuentros entre la comunidad científica y grupos del crimen organizado en las áreas naturales de Sinaloa ha sido asunto común; a pesar de existir un acuerdo no escrito para permitir el trabajo científico, en la actual espiral de violencia, biólogos, guardianes y turistas han detenido totalmente sus actividades en territorio.
César Ernesto Hernández / Revista Espejo
Sinaloa.- La narco pandemia detuvo la labor científica y ambientalista en Sinaloa.
La espiral de violencia detonada en Sinaloa tras la detención del narcotraficante Ismael Zambada a finales de julio, mantiene paralizados a biólogos, guardianes y ambientalistas que realizan actividades como investigación científica, ecoturismo, senderismo y observación de aves, entre otras.
A un mes de iniciada la narco pandemia, la cifra negra alcanza más de 160 asesinatos y más de 200 desapariciones; y a pesar de las graves afectaciones a la vida diaria en centros urbanos como Culiacán, los efectos de la violencia alcanzan también diversas regiones de la sierra sinaloense, en municipios como Elota, Cosalá, San Ignacio y Concordia. Todos reconocidos por su importante biodiversidad y la presencia de especies en peligro como la guacamaya, la chara pinta y el jaguar.
Violencia y naturaleza
Al comparar aquellas regiones en las que se han concentrado los eventos de violencia con aquellas zonas protegidas o de importancia para la biodiversidad y la conservación, se pueden observar diversas áreas que hasta este mes de octubre siguen inaccesibles para la ciencia y para el público en general.
El punto rojo más claro se encuentra en la comunidad y el área natural El Palmito, decretada así por ser área de distribución y reproducción de la Chara Pinta Sinaloense (Cyanocorax dickeyi).
Desde mediados de septiembre, a unos días de la explosión de hechos violentos, decenas de familias han sido desplazadas del poblado ante los fuertes enfrentamientos de grupos armados que han ocurrido en la zona.
Entre estas familias completas que han tenido que salir de sus hogares, se encuentran guardianes como Don Santos, un hombre de más de 70 años reconocido por guardar un gran conocimiento sobre la Chara y otras aves de la región, el cual, hasta antes de la narco guerra, se dedicaba a guiar a turistas y científicos de todo el mundo por los cerros de su comunidad.
Resguardado en Mazatlán, Don Santos cuenta que en su vida había vivido una situación de violencia como la que hoy afecta a su comunidad. Situación que, por lo pronto, amenaza con arruinar la temporada alta de ecoturismo en la zona, la cual va en línea con la migración de aves.
“Yo como observador de aves ya tengo la lista. El turismo llega en octubre, noviembre, diciembre, enero y febrero, cuando son las migraciones de aves y va mucho americano y gente que le gusta verlas”, comentó.
Su hija, Saida, añadió que incluso si las autoridades aseguran que ya existen las condiciones para volver al Palmito, esto no evitará que el turismo deje de llegar a la zona.
“Sin trabajo pues no se puede. Como mi papá y yo, que el trabajo de nosotros es guía de turistas. Entonces con esta inseguridad los turistas no se acercan y no tenemos trabajo”, explicó.
October Big Day
En Culiacán, David y Alexis se han limitado a salir a zonas urbanas como el Parque Las Riberas, el Jardín Botánico o el parque de Colinas de San Miguel.
La violencia le ha negado a estos observadores de aves la posibilidad de acudir a espacios como el Cerro de la Virgen, el Cerro de las 7 Gotas o Imala, sitios naturales cercanos a la ciudad que muestran una diversidad de aves que califican como maravillosa.
Con el cambio de clima y la reducción de las temperaturas en norte américa, las aves empiezan a migrar a regiones cálidas de México, centro y sudamérica, teniendo en octubre los más grandes picos de migración.
Con el fin de documentar la mayor cantidad de datos al respecto, cada año el centro de investigación especializado en el estudio de las aves Cornell Lab, convoca al October Big Day. Durante esta jornada, que este año será el sábado 12 de septiembre, científicos y observadores de aves registran las especies de aves que migran por sus territorios.
Con esta información, el laboratorio puede conocer aspectos como aumentos o disminuciones de las poblaciones de aves, estimar los niveles de colisiones durante la migración e incluso llegar a registrar nuevas especies.
David Lara y Alexis Gaxiola, observan aves en el Parque de Colinas de San Miguel en Culiacán.
A través del Colectivo Charas Sinaloa, cada año Alexis y David convocan a los culichis a salir a las afueras de la ciudad para observar y registrar este fenómeno natural; sin embargo, ante la ola de violencia, los Charas no saldrán ni a Mojolo ni a las Siete Gotas ni a Imala.
Ante el miedo e incertidumbre de la llamada ‘narco pandemia’, este año la actividad se realizará en el Parque Las Riberas, justo en el corazón de la ciudad.
“Hubiéramos ido a la roca colorada, pero en el sector Santa Fé ha habido algunos hechos. Entonces nos citamos en el parque las Riberas. Sí fue un cambio de decisión”, lamentó David Lara.
Esto, además de limitar la información que Culiacán aportará sobre el proceso de migración de aves, también afecta en la posibilidad del colectivo de compartir con la comunidad el conocimiento de las zonas naturales aledañas a la ciudad.
“Se pierde el impacto en las personas de saber que a 5 km tienen una selva, porque muchos no tienen ni idea de qué tipo de ecosistema tienen para poder ir. Y sí es muy significativo en cuanto a que les cambia ese chip de conciencia de decir: “Ah, caray, ¿cómo que aquí puede haber un puma?” Eso es algo que no podemos hacer en un Parque La Riberas, el generar esa impresión de saber que hay un ecosistema así tan cerca”, lamentó David.
“El organigrama de actividades que tenemos involucra esos lugares. Y bueno, eventualmente intentaremos seguir y movernos, pero no se puede saber no se puede decir cuando”, añadió Alexis Gaxiola.
Incidentes inevitables
Con más de 40 años de recorrer los ecosistemas sinaloenses, Rito Vega Aviña reconoce que el encuentro entre ciencia y crimen organizado ha sido una situación histórica, manejable, pero cada vez más complicada.
El autor del primer inventario de la flora de Sinaloa, comenta que en las áreas naturales el peligro del crimen organizado sobrepasa a los riesgos que supone la naturaleza.
“Dejando a un lago el peligro del humano en lo salvaje, actualmente el peligro es el narcotráfico, la delincuencia organizada”, contó.
El botánico señala que en el campo siempre ha habido narcotráfico, pero en épocas pasadas podrías incluso pasar por un sembradío de drogas y no pasaba nada.
El Dr. en Ciencias Biológicas, botánico e Ing. Agrónomo Fitotecnista, Rito Vega Aviña.
“Sabíamos que nos estaban vigilando, nos los encontrábamos, pero jamás nos interpelaba… Era una forma de vida de vivir sin molestar, y hoy no, hoy te molesto y punto. Hoy está peor”, contó.
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Este contenido fue publicado originalmente en Revista Espejo, integrante de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver su publicación.

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