El siguiente texto reúne cuatro testimonios de mujeres, madres, parteras, amigas, que comparten su experiencia con la partería y con la propuesta de “regularla” a través de una Norma oficial
Texto: Isabel Briseño / Pie de Página
Fotos: Red Mexicana de Parteras Autónomas
CIUDAD DE MÉXICO.- Parteras mexicanas están preocupadas ante la propuesta de regular su profesión y con ello, disminuir la posibilidad de elección de las mujeres.
El Proyecto de Norma Oficial Mexicana NOM-020-SSA-2024,aquí “Para establecimientos de salud y para la práctica de la partería, en la atención integral materna y neonatal” es un paso más de lo que consideran una larga cadena de discriminación.
El siguiente texto reúne cuatro testimonios de mujeres, madres, parteras, amigas, que comparten su sentir y su experiencia con la partería.
Sentirte realmente cuidada
“El parto es algo tan personal y tan íntimo que así de personal e íntimo debe de ser el trato que las mujeres recibamos durante nuestro embarazo y durante nuestro parto y posparto”, dice Luz Violeta Ramírez Amezcua, mamá de una beba de cuatro meses.
El ginecólogo que Violeta consultó durante 10 años se decía promotor del parto humanizado, pero cuando ella se enteró le dijo que quería parir en caso, él ya no quiso. “Dijo que no, que era muy peligroso, no me dijo por qué”, recuerda ella.
Violeta y su pareja acudieron a una charla con las parteras integrantes de la Red Mexicana de Parteras Autónomas. Al conocerlas, la pareja pensó: “Esto es lo que queremos”.
“Yo siempre supe que quería un parto en casa porque la verdad es que los hospitales y todo eso me da nervios, no tengo confianza en el sistema médico”, expresa ahora.
Informarse les hizo reforzar la idea de que estaban tomando una muy buena decisión a pesar de que socialmente recibieron críticas. Junto con las parteras, elaboraron un plan B, por si surgía alguna complicación.
Pero en la búsqueda de un plan B, Violeta llegó al hospital civil de Michoacán y visitó varias clínicas del sector salud. La información fue nula, no encontró un trato humano, ni sintió la confianza y la calidez que encontró con las parteras.
Violeta recuerda que todo el tiempo se sintió acompañada y segura. Desde algo tan básico como que le contestaran el whatsapp en el momento que ella preguntaba algo, hasta el día en el que parió y estuvieron largas horas al pendiente de absolutamente todo, “un trato muy personalizado”.
“Todos los procesos sexuales de la mujer como la menstruación, la menopausia son procesos de mucha vulnerabilidad y de tocar partes de nosotras mismas que son muy íntimas, entonces acompañar eso, pues tiene que ser así de íntimo, no puede ser de otra manera”, expresa la joven madre.
“Hasta hoy día seguimos maravillados de lo que sucedió, de que pudimos parir en casa, de que tenemos a nuestra bebé, de que conocimos cómo trabajan estas mujeres, durante el proceso y hasta ahora decimos: son de otro planeta, a mí nunca nadie en el sector salud me había tratado así de bonito”.
Violeta comparte que la relación que se formó durante la gestación, fue muy estrecha y eso la ayudó a parir en confianza.
“Me acompañaron tan bonito. Ella se ayudan de un montón de herramientas para que tú puedas atravesar la experiencia de la mejor manera. Recuerdo que me dieron masajito, me preguntaban cómo estaba, platicaban conmigo, cantamos, hicimos una meditación, bailamos música que yo quería escuchar y nos abrazamos. Lloré en el pecho de Paulette, (la partera), fue una cosa tan bonita sentir que hubo alguien recibiéndome, abrazándome en un momento tan vulnerable y tan importante de mi vida”, dice Violeta con la voz quebrada por la emoción.
El día del parto, Violeta comenzó con las contracciones a las 3 de la mañana y desde ese momento las parteras ya estaban al pendiente.
“Eso es un gesto que a mí no se me va a olvidar, sentirte realmente cuidada, sentirte realmente acompañada, llegaron directamente a mi cama a abrazarme, a darme un besito y a preguntarme cómo me sentía (…) Estuvimos todo el día viernes, ellas llegaron como a las 7 de la mañana. Yo parí a las 11:30, fue todo el día, imagínate son horas y horas y además toda la noche, porque ya que nace la bebé, pues hay que estar también muy al pendiente y ellas se quedan aquí 8 horas después de que sale el bebé revisando signos vitales, revisando todo”.
Parir con parteras fue para Violeta una experiencia de celebrar la vida.
“Creo que muchas mujeres no tienen tantas opciones o no las consideran porque no saben que existen”, dice.
Violeta cuestiona:
“El sistema médico educa a los profesionales para tratar patologías, eso es en lo que están especializados, en enfermedades, en qué hacer si hay una anomalía, en qué hacer si hay algo mal. Siempre se quiere tratar unidireccionalmente el embarazo y el parto en donde ellos, los médicos, deciden que es lo que tienen que hacerle a nuestros cuerpos y eso es súper antinatural y violento”.
¿Pero cómo obtener información si no hay acceso ni hay difusión o interés?
“Nosotras mismas como mujeres estamos lejos de conocer nuestros procesos sexuales y estamos tan familiarizadas con que nos sexualicen desde afuera y nos digan cómo debe de ser”, insiste.
En comunidad es mucho más fácil
Paulette González se embarazó hace nueve años de su primera hija. Después de parir en casa con parteras, decidió que quería ser una de ellas.
Estudió una carrera técnica de tres años y desde hace seis años y medio se dedica a la partería. La formación es muy difícil, dice, porque hay pocas escuelas y todas tienen muchos problemas para funcionar, porque no hay suficientes parteras o por los trámites.
“Hay un montón de trabas, entonces, formarse como partera es ya de entrada un reto bastante grande”, insiste.
Para ella, la partería es una vocación.
“Es parte de quién soy y de cómo vivo, es un estilo de vida que va de acuerdo también a muchos valores y cosas que son importantes para mí en mi vida, como cuidar la tierra, el medio ambiente, valores como promover una vida mucho más consciente desde la conciencia del propio cuerpo, la convivencia con otras personas, compartir la crianza, es algo más que hace más sentido comparado con otras formas de parir”.
Lo que más disfruta es ver la transformación profunda de las mujeres, y como eso la transforma y la hace una mujer mucho más fuerte. Además, las mujeres que acompaña, se vuelven sus amigas y parte de una red.
“La partería es en esencia comunitaria y entonces se construyen redes y lazos profundos, no es como en el hospital que no vuelves a ver al médico que trajo al mundo a tu hijo”, expresa.
Paulette mira riesgos en la norma que pretende regular su vocación:
Por un lado, la pérdida de la autonomía para seguir acompañando de la forma como ahora lo hacen, es decir, de manera muy individualizada, respetando y priorizando los procesos de cada mujer en cada familia. Y por otro, las represalias y la criminalización.
“No es el que estemos vigiladas, es una realidad que el sistema médico hegemónico, no sabe cómo funcionamos, no entiende nuestros principios, nuestros valores, nuestras competencias nuestras capacidades, las herramientas que tenemos, o sea, realmente no conoce cómo funciona este modelo entonces al querer que estemos subyugadas al sistema médico hegemónico, pues entonces ya va a haber un montón de cosas que ya no vamos a poder hacer. Nos reduciría a la ilegalidad”, aclara.
Ejemplo de ello es el tratamiento individualizado y el conocimiento de que cada cuerpo es distinto. Paulette explica que hay bebés que están listos a la semana 37 y hay bebés que están listos a la semana 41. Según el modelo médico, al menos aquí en México, la mayoría de los médicos no quieren acompañar embarazos de 41 semanas, porque se piensa que hay muchos más riesgos, entonces, los médicos quieren que todos los bebés nazcan de la semana 38 a la 39, las parteras acompañan y monitorean hasta la semana 41 si ven que hay posibilidad de hacerlo.
La norma habla sobre tres tipos de partería, las parteras profesionales que son quienes tienen título y cédula, la partería tradicional y quienes no son ninguna de esas dos, a quienes les llaman “personas no profesionales autorizadas”.
“Es muy ofensivo, porque no reconocen competencias, capacidades, ni la experiencia que tenemos, hay quienes llevan trabajando muchísimos años y aún así, no cabe más que en este título de persona no profesional”, lamenta.
Paulette y otras parteras piensan que hay puntos positivos en el proyecto,. Por ejemplo, que algunas parteras que elijan formar parte del sistema médico, puedan hacerlo y que las mujeres que elijan parir con parteras incorporadas al sistema tengan una experiencia mucho más segura, amable y económica.
Pero también debe existir respeto a las parteras autónomas que no quieran estar dentro del sistema médico.
Muchas formas de partería
Kay Cisneros tiene 25 años y empezó en el camino de la partería a los 17, luego de que sus hermanos pequeños nacieran en casa con partera. Ver nacer a alguien en una tina, sin estar acostada la madre y sin medicamentos de por medio, rompió con toda la idea que Kay tenía del parto.
“Fue el primer parto que yo vi en casa acompañado por una partera, me abrió otro mundo y me cambió el paradigma”, cuenta.
Kay investigó y descubrió que las mujeres no paren acostadas porque es lo mejor para el proceso, sino porque es lo más cómodo para los médicos a pesar de que esto sea más doloroso. En la partería, en cambio, se pone a las mujeres y a sus necesidades en el centro.
“Ellas son las protagonistas de su historia y en el modelo medicalizado se pone a los proveedores de salud y sus preferencias y su comodidad en el centro”
Esa diferencia, hizo a Kay interesarse en la partería. Al terminar su bachillerato entró a la escuela Luna Maya, misma que ya cerró sus puertas precisamente por las dificultades que representaba sostener espacios de formación en partería en México.
En México, dice, no tenemos un sistema de partería, sino muchos sistemas de partería que comparten ciertos puntos en común, pero que son diferentes por el contexto, por la forma de aprender la partería, por las prácticas que cada una tiene; hay algunas prácticas que se enfocan mucho más a lo espiritual, hay otras prácticas que se enfocan mucho más a la información.
“Está bien que exista esa diversidad de prácticas, porque las mujeres somos diversas, y no todas vamos a necesitar el tipo de atención, ni vamos a hacer clic con la misma partera porque necesitamos a alguien que se parezca a lo que cada una estamos buscando, entonces esta parte de la diversidad de partería es muy rica, porque le abre la posibilidad a las mujeres de encontrar el modelo que más les hace sentido a cada una”, comenta.
Desde su perspectiva, lo que el proyecto busca es homogeneizar la diversidad de parterías que existen y que se parezcan más a la enfermería obstétrica, que es un modelo más medicalizado.
“Ya vivimos en un contexto de discriminación, ya tenemos dificultades para acceder a certificados de nacimiento, ya somos violentadas y discriminadas cuando hacemos un traslado al hospital, o sea, eso ya sucede, no es que todo es maravilloso y la norma lo va a venir a poner feo, sino que la norma lo va a institucionalizar”, asegura.
“La partería no es sólo una profesión, sino una filosofía de vida y una manera de entender el mundo que habitamos y a mí el parto y los procesos de salud de las mujeres me han enseñado a vivir también en mi propia vida”
En el hospital me fue peor
Hace 6 años, Mariana Moreno intentó un parto en casa, pero después de 36 horas de labor de parto, las faltas en las parteras que había elegido la llevaron de emergencia al hospital.
“Hubieron faltas de ellas, pues no estuvieron presentes en distintos momentos”, lamenta Mariana.
Luego agrega: “En el hospital me fue peor”.
Desde su ingreso, la carga de haber sido atendida por parteras puso sobre Mariana el juicio de la irresponsabilidad.
“De por sí, la violencia obstétrica es fuerte en el hospital, con ese antecedente de no haber podido parir con las parteras, pues me fue peor y sufrí múltiples violencias desde ese primer filtro”, lamenta Mariana.
“Me hicieron 5, 6 tactos con toda la violencia del mundo, literal con el puño en la vagina además de que sin que yo diera consentimiento, el ginecólogo estimuló mi clítoris para que supuestamente dilatara”
Ni siquiera le permitieron ver a su bebé en el momento del nacimiento, cuenta. Y después de esa experiencia tan traumática, cuando años más tarde volvió a embarazarse, Mariana volvió a elegir el modelo de partería para la llegada de su segundo bebé.
Los médicos le decían que no podía elegir esa opción por la cesárea que le practicaron. Pero ella sabía que no volvería a pisar un hospital.
“También es un tipo de violencia que te impongan una regla que dice que tu cuerpo no puede parir de forma natural después de una cesárea, es imponer la sabiduría patriarcal de la medicina sobre el cuerpo de la mujer, cuando es tan sabio y sabe lo que tiene que hacer hasta después de una cesárea”, explica.
Para su segundo parto eligió a otras parteras que la acompañaron y Mariana dice que fue uno de los acompañamientos más conscientes y profesionales que pudo tener.
Informada y preparada, Mariana llegó a las 40 semanas casi 41. Tranquila y en su casa con su hija pequeña, con su marido, en su espacio seguro, bajo sus reglas, bajo sus creencias, bajo sus normas de seguridad parió acompañada por sus parteras.
“Con masajitos, movimientos y ejercicios de respiración, cantos, gritos, me permití entrar en este oleaje del parto, totalmente entregada porque yo estaba muy consciente de que no quería volver a entrar a un hospital y que no quería volver a estar separada de mi bebé”
“La recibí desde el momento en que la parí, fue el momento más bello de mi vida, la recibí así toda llena de sangre, de placenta, la abracé, le canté, sentí esa fuerza de mujer poderosa, tirando todas esas creencias e imposiciones del sistema médico patriarcal. No la voltearon de cabeza, no le dieron una nalgada ni la pellizcaron, mucho menos le sacaron los mocos con una pera, no fue tampoco intrusivo al contrario”
Mariana recomienda a las mujeres regresar a nuestros cuerpos, pensar que tenemos el derecho a decidir cómo queremos ser tratadas en general, pero sobre todo cómo queremos que nuestros cuerpos sean tratados por las instituciones tanto médicas como por las mismas parteras.
“Parir no es que te acuesten en una cama y te partan, nadie tiene por qué gritarte cuando estás tan vulnerable o que te estén apachurrando la panza o para que salga el bebé, o sea, eso es violencia obstétrica y nadie, ninguna mujer tiene que vivirla”.
* * *
El proyecto todavía no está aprobado. A partir de que se publicó el 27 de agosto, tiene 60 días para que cualquier persona pueda dar su opinión al respecto y las personas de la Secretaría de Salud que elaboraron la norma, tienen la obligación de revisar cada uno de esos comentarios y darle una respuesta justificada.
Para las parteras, manera más efectiva en que la población puede hacerle saber a la Secretaría de Salud que la norma no representa al Modelo de Partería autónoma y que incluso es violatoria de derechos, es haciendo uso de la voz mediante el envío de los comentarios hasta el día viernes 13 de este mes.
Las parteras esperan que los comentarios y preocupaciones enviadas a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, sirvan para ser escuchadas y tomadas en cuenta y que de aprobarse cualquier norma, esperan que ésta represente lo que las parteras practican, piensan, sienten y necesitan para seguir acompañando de manera responsable y amorosa a quienes las elijan para parir.
Puedes apoyar mandando tus comentarios a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, en el portal https://www.cofemersimir.gob.mx/portales. (en el catálogo de regulaciones coloca en el buscador PROY-NOM-020-SSA-2024 ) o en el correo contacto@conamer.gob.mx
***
Este contenido fue publicado originalmente en Pie de Página, integrante de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver su publicación.
TE PUEDE INTERESAR