Durante el 2020, el número de denuncias por maltrato a adultos mayores en el estado de Chihuahua creció en un 35 por ciento con respecto al 2019; expertos en cuidados atribuyen la situación al encierro provocado por la pandemia del COVID
POR KAREN CANO / FOTOGRAFÍAS: REY R. JAUREGUI / LA VERDAD
Ciudad Juárez – ‘Gregorio’ tiene 85 años. Una noche después de supuestamente sufrir una caída fue llevado al Asilo de Ancianos Desamparados. Su hijo lo dejó con la indicación de que no fuera movido bruscamente, pues estaba lastimado.
“Traía sus uñas larguísimas, sus pies sucios, parecía que ni siquiera lo bañaban, su piel deshidratada, pegada a su cuerpo, temperatura en 38, y tenía un hematoma en la cabeza”, describe Norma Villa Diera, enfermera geriátrica y encargada del asilo. Ella fue quien lo examinó a la mañana siguiente.
Relata que al momento de querer levantarlo, para asearlo, el cuidador del lugar le indicó que su hijo había dicho que se encontraba lastimado y que no podía mantenerse en pie.
“En ese momento dije que él necesitaba estar en un hospital, no aquí con nosotros”, señala, “necesitaba una revisión médica, alguien que le sacara placas para saber qué le ocurría”.
Tras hacer un reporte a las autoridades sobre la condición que presentaba el adulto mayor, dice que llamó a su hijo para informarle sobre la condición de su papá. El hombre respondió que regresaría por él para llevarlo a un hospital; sin embargo, Gregorio murió antes de que eso pasara.
“Hice el reporte a las autoridades, les expliqué cómo había llegado el señor, y su hijo hasta me reclamó que porqué había dicho que el señor había llegado así pues ahora le acusaban de omisión de cuidados”, cuenta.
Estadísticas otorgadas por la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del DIF Estatal Chihuahua –encargada también de la recepción de denuncias de violencia en contra del adulto mayor– revelan que durante el año 2020 el número de denuncias por maltrato a adultos mayores en el estado creció en un 35 por ciento.
Especialistas consultados sobre esta situación atribuyen ese aumento a la convivencia atípica dentro de los hogares durante la pandemia del COVID-19, que propició que las personas tuvieran que pasar un tiempo mayor al acostumbrado conviviendo con sus familiares adultos mayores.
“El encierro hace que ellos se enfaden, la convivencia se hace difícil, y la familia no quiere batallar con ellos”, relata Norma.
Para la académica y psicóloga Nancy Amador Esparza, quien posee un doctorado con énfasis en salud y violencia, la pandemia aumentó todo tipo de violencia en los hogares, y en el caso de los adultos mayores no hubo excepción.
Esto debido a los factores como el desempleo y la incertidumbre que generó la situación de emergencia, y el confinamiento que a su vez pudo incidir en la salud mental de las personas; pero también, a la convivencia excesiva a la que las personas estaban ya desacostumbradas, explica.
“Se les ha quitado los espacios de convivencia que solían tener, y aunque las denuncias hayan aumentado lo cierto es que no se denuncia todo”, considera ante la obviedad de que en algunos casos los adultos mayores ya no tienen la capacidad física de acudir por pie a alguna instancia para pedir ayuda.
LAS OMISIONES, LAS CIFRAS
En el 2019, la procuraduría registró 160 denuncias por maltrato al adulto mayor en el estado; para el 2020, esta cifra se incrementó a 217. La tendencia en este año permanece a la alza, pues aun cuando todavía falta para que termine el 2021, ya ha recibido 186 denuncias.
La misma dependencia indicó a través de su departamento de comunicación, que los tipos de maltrato hacia estas personas fueron la omisión de maltratos, agresiones físicas y el abandono.
Al respecto, Norma indica que desde el asilo se percibió también este aumento, toda vez que desde que inició la pandemia han detectado una mayor insistencia de familias por dejar a sus familiares adultos mayores en el recinto.
Por cuestiones de espacio, es imposible que el lugar reciba a todos los que piden ingresar, por lo que el indicador para ellos es la cantidad de personas que solicitan hacerlo, lo cual ha aumentado.
Explica que en este lugar reciben tanto personas que son canalizadas por el DIF, como personas que son encontradas viviendo en situación de calle o que son llevadas por su familia ante la imposibilidad de cuidarles.
“Antes recibíamos al día unas siete solicitudes al mes de personas que querían dejarnos a sus abuelitos, pero ahora, estamos recibiendo esas mismas solicitudes al día”, indica.
Expresa sentirse triste porque en estos casos, aun cuando reciben a adultos mayores que estaban con sus familias, por lo regular siempre cuentan con un grado de descuido notorio, tanto en su salud como en su higiene personal.
“Sabemos que si no se los cuidamos los van a dejar en la calle o los van a llevar a otro lugar”, dice. Esta es la razón por la que ceden ante la insistencia de familiares, a quienes se les cobra una sola cuota de recuperación a medida de sus posibilidades. Algunas veces no regresan.
‘SOMOS VALIOSOS PARA LA SOCIEDAD’
Zuri Medina, encargada de la asociación civil Girasoles, indica que es importante estar pendientes también de las violencias entre los adultos mayores, que no son tan evidentes y que no son tan denunciadas.
“Son cuestiones de cultura, de la educación que recibimos, de cómo percibimos el fenómeno del envejecimiento y también cuestiones de convivencia”, menciona.
Explica que existe una convicción de que conforme las personas van siendo excluidas de las dinámicas sociales en general, van cambiando sus actitudes y comportamiento en sociedad y en familia, lo que les hace más vulnerables.
“Por ejemplo, el primer campo del que somos excluidos es el laboral, posteriormente el campo de lo social, luego empiezan a morir los pares y se acentúa la exclusión. Luego la familia trabaja, tiene hijos, escuela, responsabilidades y entonces se da involuntariamente una exclusión de la familia”, comenta.
Esta asociación se encarga de la promoción de una vida activa para personas adultas mayores, procurándoles talleres de arte y oficios, además de incentivando su participación en actividades como charlas y conferencias.
Al ser un centro de contacto directo con esta población, también se encargan de asesorar, acompañar o interceder en la resolución de conflictos de adultos mayores.
Aun cuando el rubro de la misma no es principalmente el prevenir la violencia, comentó que ahora que las personas perdieron su empleo, empezaron a usar de manera indebida el dinero de sus abuelos y padres pensionados.
“Nos mencionaban abusos en el sentido de que algún familiar tomaba las pensiones de las personas o lo gastaban en alcohol u otros despilfarros o los despojan de sus pertenencias”, señala.
Entre otras cosas percibieron que las discusiones con sus familias fueron cada vez más frecuentes, pero no pudieron intervenir ya que los mismos adultos mayores lo prefirieron así.
“La mayoría de las personas cuando ven la formalidad de su denuncia no quieren llevar la situación al extremo por una situación que consideran interna a la familia; la mayoría de ellos se retracta, se arrepiente y declinan de denunciar”, indica Zuri Medina.
Nancy Amador Esparza considera que el maltrato al adulto mayor se debe a que en la cultura latina no existe un respeto infundado hacia la vejez, sino al contrario, se les subestima y minimiza, como podría ser también el caso de la infancia.
“Tenemos un concepto de que ya ser adulto mayor es como ya no tener ningún objetivo en la vida, incluso algunas personas que apenas han pasado los 40 años tienen dificultades para pedir trabajo, con más razón alguien mayor”, comenta.
Añade que es necesario hablar acerca de esta situación y entender que todos somos valiosos dentro de la sociedad.
“Es tiempo de empezar a cambiar estos paradigmas, sabemos que es muy común que a los adultos se les abandone o que sean vistos como una carga, como alguien que ya no aporta, deberíamos emular a otras culturas donde el anciano se ve como alguien sabio”, considera.
Zuri Medina señala la importancia de ir cambiando la visión que las personas tienen acerca de la vejez y, en general, del concepto de la edad como un pretexto para excluir a las personas de diversos espacios.
“Todos los días estamos envejeciendo, desde el día en que nacemos y tenemos que cambiar estas cuestiones de evadir y rechazar al joven por inexperto y al viejo por lento”, considera.
Este trabajo lo publicó La Verdad, integrante de la Alianza de Medios de Periodistas de a Pie. Ve aquí la publicación original.
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