Por: Adriana Esquivel / Raíchali
Chihuahua.- Acompañar en su dolor a las mujeres rarámuri y conocer las trabas que existen para acceder a la justicia, despertó en Teresa de Todos los Santos Villalobos Vigil el coraje para luchar por mejorar las condiciones de vida en su comunidad.
Hacer 26 años Tere comenzó a trabajar como promotora en temas de salud y alfabetización para mujeres indígenas y, actualmente, es la coordinadora de un refugio para mujeres víctimas de violencia.
“Me gusta mucho ayudar a las mujeres rarámuri de las comunidades. Me gusta apoyarlas porque veo que hay mucha injusticia en las mujeres rarámuri de las comunidades… Veo como sufren y que nunca se les hace justicia”
Este jueves llegó al Palacio de Gobierno sin saber que en el Día de la Mujer Indígena habría un homenaje por el trabajo que ha realizado en las comunidades acompañando a niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violencia.
Al tomar la palabra, intentó contener el llanto para agradecer a su creador, a su familia, a las personas con las que ha trabajado y que la han tomado en cuenta para ser la intérprete y acompañante.
Pero su labor no ha sido fácil. Tere se ha enfrentado a la triple disciminación que sufren las mujeres rarámuri por su género, por ser indígenas y vivir en condiciones de pobreza extrema, una batalla que, aseguró, está dispuesta a llevar hasta que “todos seamos iguales”.
“No vamos a dejar de luchar hasta el día en que las mujeres podamos decir que somos iguales, hasta que podamos decir que ya no nos violentan. Es difícil llegar a todo esto pero vamos a seguir luchando. Como mujer rarámuri son más injustos con uno por ser mujer, por ser rarámuri y por ser pobre, pero para eso estamos a aquí, para seguir apoyando”
Tere se definió a sí misma como una mujer rebelde que siempre quiso luchar contra las injusticias que día a día se vive en las comunidades, por lo que en 1989 comenzó a trabar por las mujeres de su natal San Ignacio de Arareko, Bocoyna.
Sus primeros trabajos fueron como promotora en temas de salud, nutrición, planificación familiar, alfabetización con mujeres adultas, hasta capacitarse para impartir talleres sobre los derechos de las mujeres.
Para la década de los 90, el padre Javier Ávila la invitó a ser intérprete en audiencias y acompañamiento, experiencia que le permitió dimensionar la desigualdad y las injusticia que vivían las mujeres de su pueblo.
Un homenaje no alcanza a para contar las vidas que ha cambiado en su camino. Además de los casos de violencia que recibe diario, gracias a su gestión en la comunidad se han impulsado proyectos como la venta de artesanías rarámuri a precios justos.
Su acompañamiento e interpretación en procesos penales también dio como resultado la sentencia de 88 años de cárcel al maestro Jesús José Mina Mina, por los delitos de violación agraviada y calificada en perjuicio de ocho niñas rarámuri.
En su discurso, Tere expresó que el objetivo de su trabajo nunca fue por un reconocimiento, sino apoyar a las personas que más lo necesitan, por lo que pidió a las autoridades presentes que le abran la puerta y tomen en cuenta a todas las mujeres que dedican su vida a mejorar las condiciones de vida de sus comunidades.
“Sigan apoyando no sólo a mí, sino a todas las mujeres, debe haber otras mujeres como yo ayudando a las mujeres de su comunidad. Así también, que la vayan reconociendo Para que más mujeres nos animemos a apoyar a las que nos necesitan, no nada más necesitan las de mi comunidad y sus alrededores, es en todo el estado y diferentes partes de México y el mundo”